Page 269 - El ingenioso caso de don Quijote de la Mancha
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y tú habrás cumplido con lo que debes a nuestra amistad, no solamente dándome la vida, sino
persuadiéndome de no yerme sin honra. Y estás obligado a hacer esto por una razón sola; y es que,
estando yo, como estoy, determinado de poner en plática esta prueba, no has tú de consentir que yo
dé cuenta de mi desatino a otra persona, con que pondría en aventura el honor que tú procuras que
no pierda; y cuando el tuyo no esté en el punto que debe en la intención de Camila en tanto que la
solicitares, importa poco o nada, pues con brevedad, viendo en ella la entereza que esperamos, le
podrás decir la pura verdad de nuestro artificio, con que volverá tu crédito al ser primero. Y pues tan
poco aventuras y tanto contento me puedes dar aventurándote, no lo dejes de hacer, aunque más
inconvenientes se te pongan delante, pues, como ya he dicho, con sólo que comiences daré por
concluida la causa.
Viendo Lotario la resoluta voluntad de Anselmo, y no sabiendo qué más ejemplos traerle ni mas
razones mostrarle para que no la siguiese, y viendo que le amenazaba que daría a otro cuenta de su
mal deseo, por evitar mayor mal, determinó de contentarle y hacer lo que le pedía, con propósito e
intención de guiar aquel negocio de modo, que, sin alterar los pensamientos de Camila, quedase
Anselmo satisfecho; y así, le respondió que no comunicase su pensamiento con otro alguno; que él
tomaba a su cargo aquella empresa, la cual comenzaría cuando a él le diese más gusto. Abrazóle
Anselmo tierna y amorosamente y agradecióle su ofrecimiento, como si alguna grande merced le
hubiera hecho; y quedaron de acuerdo entre los dos que desde otro día siguiente se comenzase la
obra; que él le daría lugar y tiempo como a sus solas pudiese hablar a Camila, y asimesmo le daría
dineros y joyas que darla y que ofrecerla. Aconsejóle que le diese músicas, que escribiese versos en
su alabanza; y que, cuando él no quisiese tomar trabajo de hacerlos, él mesmo los haría. A todo se
ofreció Lotario, bien con diferente intención que Anselmo pensaba, y con este acuerdo se volvieron a
casa de Anselmo, donde hallaron a Camila, con ansia y cuidado, esperando a su esposo, porque
aquel día tardaba en venir más de lo acostumbrado.
Fuese Lotario a su casa, y Anselmo quedó en la suya, tan contento como Lotario fue pensativo, no
sabiendo qué traza dar para salir bien de aquel impertinente negocio; pero aquella noche pensó el
modo que tendría para engañar a Anselmo sin ofender a Camila, y otro día vino a comer con su
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