Page 268 - El ingenioso caso de don Quijote de la Mancha
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que, aunque tienen dos almas, no tienen más de una voluntad. Y de aquí viene que, como la carne de

                  la esposa sea una mesma con la del esposo, las manchas que en ella caen, o los defectos que se

                  procura, redundan en la carne del marido, aunque él no haya dado, como queda dicho, ocasión para

                  aquel daño. Porque así como el dolor del pie o de cualquier miembro del cuerno humano le siente

                  todo el cuerno, por ser todo de una carne mesma, y la cabeza siente el daño del tobillo, sin que ella
                  se le haya causado, así el marido es participante de la deshonra de la mujer, por ser una mesma cosa

                  con ella; y como las honras y deshonras del mundo sean todas y nazcan de carne y sangre, y las de la

                  mujer mala sean deste género, es forzoso que al marido le quepa parte dellas, y sea tenido por

                  deshonrado sin que él lo sepa. Mira, pues, ¡oh Anselmo!, al peligro que te pones en querer turbar el

                  sosiego en que tu buena esposa vive; mira por cuán vana e impertinente curiosidad quieres revolver
                  los humores que ahora están sosegados en el pecho de tu casta esposa; advierte que lo que aventuras

                  a ganar es poco, y que lo que perderás será tanto, que lo dejaré en su punto, porque me faltan

                  palabras para encarecerlo. Pero si todo cuanto he dicho no basta a moverte de tu mal propósito,

                  bien puedes buscar otro instrumento de tu deshonra y desventura; que yo no pienso serlo, aunque

                  por ello pierda tu amistad, que es la mayor pérdida que imaginar puedo.




                  Calló en diciendo esto el virtuoso y prudente Lotario, y Anselmo quedó tan confuso y pensativo, que

                  por un buen espacio no le pudo responder palabra; pero, en fin, le dijo:

                  -Con la atención que has visto he escuchado, Lotario amigo, cuanto has querido decirme, y en tus

                  razones, ejemplos y comparaciones he visto la mucha discreción que tienes y el extremo de la

                  verdadera amistad que alcanzas; y ansimesmo veo y confieso que si no sigo tu parecer y me voy tras

                  el mío, voy huyendo del bien y corriendo tras el mal. Prosupuesto esto, has de considerar que yo
                  padezco ahora la enfermedad que suelen tener algunas mujeres, que se les antoja comer tierra, yeso,

                  carbón y otras cosas peores, aun asquerosas para mirarse, cuanto más para comerse; así que es

                  menester usar de algún artificio para que yo sane, y esto se podía hacer con facilidad, sólo con que

                  comiences, aunque tibia y fingidamente, a solicitar a Camila, la cual no ha de ser tan tierna, que a

                  los primeros encuentros dé con su honestidad por tierra; y con sólo este principio quedaré contento,

                                             Portal Educativo EducaCYL
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