Page 264 - El ingenioso caso de don Quijote de la Mancha
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advertir al manifiesto peligro que les amenaza, llevados en vuelo de las alas del deseo de volver por
su fe, por su nación y por su rey, se arrojan intrépidamente por la mitad de mil contrapuestas
muertas que los esperan. Estas cosas son las que suelen intentarse, y es honra, gloria y provecho
intentarías, aunque tan llenas de inconvenientes y peligros; pero la que tú dices que quieres intentar
y poner por obra, ni te ha de alcanzar gloria de Dios, bienes de la fortuna, ni fama con los hombres;
porque, puesto que salgas con ella como deseas, no has de quedar ni más ufano, ni mas rico, ni más
honrado que estás ahora; y si no sales, te has de ver en la mayor miseria que imaginarse pueda,
porque no te ha de aprovechar pensar entonces que no sabe nadie la desgracia que te ha sucedido;
porque bastará para afligirte y deshacerte que la sepas tú mesmo. Y para confirmación desta verdad,
te quiero decir una estancia que hizo el famoso poeta Luis Tansilo, en el fin de su primera parte de
Las lágrimas de San Pedro, que dice así:
Crece el dolor y crece la vergüenza
en Pedro, cuando el día se ha mostrado,
y aunque allí no ve a nadie, se avergüenza
de sí mesmo, por ver que había pecado:
que a un magnánimo pecho a haber vergüenza
no sólo ha de moverle el ser mirado;
que de sí se avergüenza cuando yerra,
si bien otro no vee que cielo y tierra.
Así que no excusarás con el secreto tu dolor, antes tendrás que llorar contino, si no lágrimas de los
ojos, lágrimas de sangre del corazón, como las lloraba aquel simple doctor que nuestro poeta nos
cuenta que hizo la prueba del vaso, que, con mejor discurso, se excusó de hacerla el prudente
Reinaldos; que puesto que aquello sea ficción poética, tiene en sí encerrados secretos morales
dignos de ser advertidos, y entendidos, e imitados. Cuanto mas que con lo que ahora pienso decirte
acabarás de venir en conocimiento del gran error que quieres cometer.
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