Page 263 - El ingenioso caso de don Quijote de la Mancha
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de los ojos, y, aun con todo esto, no basta nadie con ellos a persuadirles las verdades de mi sacra
religión. Y este mesmo término y modo me convendrá usar contigo, porque el deseo que en ti ha
nacido va tan descaminado y tan fuera de todo aquello que tenga sombra de razonable, que me
parece que ha de ser tiempo gastado el que ocupare en darte a entender tu simplicidad, que por
ahora no le quiero dar otro nombre, y aun estoy por dejarte en tu desatino, en pena de tu mal deseo;
mas no me deja usar deste rigor la amistad que te tengo, la cual no consiente que te deje puesto en
tan manifiesto peligro de perderte. Y porque claro lo veas, dime, Anselmo: ¿tu no me has dicho que
tengo de solicitar a una retirada, persuadir a una honesta, ofrecer a una desinteresada, servir a una
prudente? Si, que me lo has dicho. Pues si tú sabes que tienes mujer retirada, honesta,
desinteresada y prudente, ¿qué buscas? Y si piensas que de todos mis asaltos ha de salir vencedora,
como saldrá, sin duda, ¿qué mejores títulos piensas darle después que los que ahora tiene, o qué
será más después de lo que es ahora? O es que tú no la tienes por la que dices, o tú no sabes lo que
pides. Si no la tienes por la que dices, ¿para qué quieres probarla, sino, como a mala, hacer della lo
que más te viniere en gusto? Mas si es tan buena como crees, impertinente cosa será hacer
experiencia de la mesma verdad, pues, después de hecha, se ha de quedar con la estimación que
primero tenía. Así que es razón concluyente que el intentar las cosas de las cuales antes nos puede
suceder daño que provecho es de juicios sin discurso y temerarios, y más cuando quieren intentar
aquellas a que no son forzados ni compelidos, y que de muy lejos traen descubierto que el
intentarías es manifiesta locura. Las cosas dificultosas se intentan por Dios, o por el mundo, o por
entrambos a dos: las que se acometen por Dios son las que acometieron los santos, acometiendo a
vivir vida de ángeles en cuerpos humanos; las que se acometen por respeto del mundo son las de
aquellos que pasan tanta infinidad de agua, tanta diversidad de climas, tanta extrañeza de gentes,
por adquirir estos que llaman
bienes de fortuna; y las que se intentan por Dios y por el mundo juntamente son aquellas de los
valerosos soldados, que apenas veen en el contrario muro abierto tanto espacio cuanto es el que
pudo hacer una redonda bala de artillería, cuando, puesto aparte todo temor, sin hacer discurso ni
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