Page 191 - El ingenioso caso de don Quijote de la Mancha
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antes de leerla, quién se la había dado y el tiempo que había tardado en el camino; díjome que acaso
pasando por una calle de la ciudad a la hora de mediodía, una señora muy hermosa le llamó desde
una ventana, los ojos llenos de lágrimas, y que con mucha priesa le dijo: «-Hermano, si sois
cristiano, como parecéis, por amor de Dios os ruego que encaminéis luego luego esta carta al lugar y
a la persona que dice el sobrescrito, que todo es bien conocido, y en ello haréis un gran servicio a
nuestro Señor; y para que no os falte comodidad de poderlo hacer, tomad lo que va en este
pañuelo.» «-Y diciendo esto, me arrojo por la ventana un pañuelo, donde venían atados cien reales y
esta sortija de oro que aquí traigo, con esa carta que os he dado. Y luego, sin aguardar respuesta mía
se quitó de la ventana; aunque primero vio cómo yo tomé la carta y el pañuelo y, por señas, le dije
que haría lo que me mandaba. Y así, viéndome tan bien pagado del trabajo que podía tomar en
traérosla, y conociendo por el sobrescrito que érades vos a quien se enviaba, porque yo, señor, os
conozco muy bien, y obligado asimesmo de las lágrimas de aquella hermosa señora, determiné de
no fiarme de otra persona, sino venir yo mesmo a dárosla, y en diez y seis horas que ha que se me
dio, he hecho el camino, que sabéis que es de diez y ocho leguas.»
En tanto que el agradecido y nuevo correo esto me decía, estaba yo colgado de sus palabras,
temblándome las piernas, de manera que apenas podía sostenerme. En efeto, abrí la carta y vi que
contenía estas ratones:
La palabra que don Fernando os dio de hablar a vuestro padre para que hablase al mío la ha
cumplido más en su gusto que en vuestro provecho. Sabed, señor, que él me ha pedido por esposa, y
mi padre, llevado de la ventaja que él piensa que don Fernando os hace, ha venido en lo que quiere,
con tantas veras, que de aquí a dos días se ha de hacer el desposorio; tan secreto y tan a solas, que
solo han de ser testigos los cielos y alguna gente de casa. Cual yo quedo, imaginaldo; si os cumple
venir, veldo; y si os quiero bien o no, el suceso deste negocio os la dará a entender. A Dios plega que
ésta llegue a vuestras manos antes que la mía se vea en condición de juntarse con la de quien mal
sabe guardar la fe que promete.
Estas, en suma, fueron las razones que la cada contenía, y las que me hicieron poner luego en
camino, sin esperar otra respuesta ni otros dineros; que bien claro conocí entonces que no la
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