Page 134 - El ingenioso caso de don Quijote de la Mancha
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Pasó adelante don Quijote, y preguntó a otro su delito, el cual respondió con no menos, sino con

                  mucha más gallardía que el pasado:

                  –Yo voy aquí porque me burlé demasiadamente con dos primas hermanas mías, y con otras dos

                  hermanas que no lo eran mías; finalmente, tanto me burlé con todas, que resultó de la burla crecer

                  la parentela, tan intricadamente que no hay diablo que la declare. Probóseme todo, faltó favor, no

                  tuve dineros, víame a pique de perder los tragaderos, sentenciáronme a galeras por seis años,

                  consentí: castigo es de mi culpa; mozo soy: dure la vida, que con ella todo se alcanza. Si vuestra

                  merced, señor caballero, lleva alguna cosa con que socorrer a estos pobretes, Dios se lo pagará en el
                  cielo, y nosotros tendremos en la tierra cuidado de rogar a Dios en nuestras oraciones por la vida y

                  salud de vuestra merced, que sea tan larga y tan buena como su buena presencia merece.


                  Éste iba en hábito de estudiante, y dijo una de las guardas que era muy grande hablador y muy

                  gentil latino.

                  Tras todos éstos, venía un hombre de muy buen parecer, de edad de treinta años, sino que al mirar

                  metía el un ojo en el otro un poco. Venía diferentemente atado que los demás, porque traía una

                  cadena al pie, tan grande que se la liaba por todo el cuerpo, y dos argollas a la garganta, la una en la

                  cadena, y la otra de las que llaman guardaamigo o piedeamigo, de la cual decendían dos hierros que
                  llegaban a la cintura, en los cuales se asían dos esposas, donde llevaba las manos, cerradas con un

                  grueso candado, de manera que ni con las manos podía llegar a la boca, ni podía bajar la cabeza a

                  llegar a las manos. Preguntó don Quijote que cómo iba aquel hombre con tantas prisiones más que

                  los otros. Respondióle la guarda porque tenía aquel solo más delitos que todos los otros juntos, y

                  que era tan atrevido y tan grande bellaco que, aunque le llevaban de aquella manera, no iban

                  seguros dél, sino que temían que se les había de huir.

                  –¿Qué delitos puede tener –dijo don Quijote–, si no han merecido más pena que echalle a las

                  galeras?









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