Page 130 - El ingenioso caso de don Quijote de la Mancha
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–¿Cómo gente forzada? –preguntó don Quijote–. ¿Es posible que el rey haga fuerza a ninguna
gente?
–No digo eso –respondió Sancho–, sino que es gente que, por sus delitos, va condenada a servir al
rey en las galeras de por fuerza.
–En resolución –replicó don Quijote–, comoquiera que ello sea, esta gente, aunque los llevan, van
de por fuerza, y no de su voluntad.
–Así es –dijo Sancho.
–Pues desa manera –dijo su amo–, aquí encaja la ejecución de mi oficio: desfacer fuerzas y socorrer
y acudir a los miserables.
–Advierta vuestra merced –dijo Sancho– que la justicia, que es el mesmo rey, no hace fuerza ni
agravio a semejante gente, sino que los castiga en pena de sus delitos.
Llegó, en esto, la cadena de los galeotes, y don Quijote, con muy corteses razones, pidió a los que
iban en su guarda fuesen servidos de informalle y decille la causa, o causas, por que llevan aquella
gente de aquella manera.
Una de las guardas de a caballo respondió que eran galeotes, gente de Su Majestad que iba a galeras,
y que no había más que decir, ni él tenía más que saber.
–Con todo eso –replicó don Quijote–, querría saber de cada uno dellos en particular la causa de su
desgracia.
Añadió a éstas otras tales y tan comedidas razones, para moverlos a que dijesen lo que deseaba, que
la otra guarda de a caballo le dijo:
–Aunque llevamos aquí el registro y la fe de las sentencias de cada uno destos malaventurados, no
es tiempo éste de detenerles a sacarlas ni a leellas; vuestra merced llegue y se lo pregunte a ellos
mesmos, que ellos lo dirán si quisieren, que sí querrán, porque es gente que recibe gusto de hacer y
decir bellaquerías.
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