Page 128 - El ingenioso caso de don Quijote de la Mancha
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–Eso no hay quien la quite –dijo don Quijote.
–Pues, como eso sea –respondió Sancho–, no hay sino encomendarnos a Dios, y dejar correr la
suerte por donde mejor lo encaminare.
–Hágalo Dios –respondió don Quijote– como yo deseo y tú, Sancho, has menester; y ruin sea quien
por ruin se tiene.
–Sea par Dios –dijo Sancho–, que yo cristiano viejo soy, y para ser conde esto me basta.
–Y aun te sobra –dijo don Quijote–; y cuando no lo fueras, no hacía nada al caso, porque, siendo yo
el rey, bien te puedo dar nobleza, sin que la compres ni me sirvas con nada. Porque, en haciéndote
conde, cátate ahí caballero, y digan lo que dijeren; que a buena fe que te han de llamar señoría, mal
que les pese.
–Y ¡montas que no sabría yo autorizar el litado! –dijo Sancho.
–Dictado has de decir, que no litado –dijo su amo.
–Sea ansí –respondió Sancho Panza–. Digo que le sabría bien acomodar, porque, por vida mía, que
un tiempo fui muñidor de una cofradía, y que me asentaba tan bien la ropa de muñidor, que decían
todos que tenía presencia para poder ser prioste de la mesma cofradía. Pues, ¿qué será cuando me
ponga un ropón ducal a cuestas, o me vista de oro y de perlas, a uso de conde estranjero? Para mí
tengo que me han de venir a ver de cien leguas.
–Bien parecerás –dijo don Quijote–, pero será menester que te rapes las barbas a menudo; que,
según las tienes de espesas, aborrascadas y mal puestas, si no te las rapas a navaja, cada dos días por
lo menos, a tiro de escopeta se echará de ver lo que eres.
–¿Qué hay más –dijo Sancho–, sino tomar un barbero y tenelle asalariado en casa? Y aun, si fuere
menester, le haré que ande tras mí, como caballerizo de grande.
–Pues, ¿cómo sabes tú –preguntó don Quijote– que los grandes llevan detrás de sí a sus
caballerizos?
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