Page 126 - El ingenioso caso de don Quijote de la Mancha
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juramentos; tórnale a besar las manos, y despídese con tanto sentimiento que estará poco por

                  acabar la vida. Vase desde allí a su aposento, échase sobre su lecho, no puede dormir del dolor de la

                  partida, madruga muy de mañana, vase a despedir del rey y de la reina y de la infanta; dícenle,

                  habiéndose despedido de los dos, que la señora infanta está mal dispuesta y que no puede recebir

                  visita; piensa el caballero que es de pena de su partida, traspásasele el corazón, y falta poco de no
                  dar indicio manifiesto de su pena. Está la doncella medianera delante, halo de notar todo, váselo a

                  decir a su señora, la cual la recibe con lágrimas y le dice que una de las mayores penas que tiene es

                  no saber quién sea su caballero, y si es de linaje de reyes o no; asegúrala la doncella que no puede

                  caber tanta cortesía, gentileza y valentía como la de su caballero sino en subjeto real y grave;

                  consuélase con esto la cuitada; procura consolarse, por no dar mal indicio de sí a sus padres, y, a
                  cabo de dos días, sale en público. Ya se es ido el caballero: pelea en la guerra, vence al enemigo del

                  rey, gana muchas ciudades, triunfa de muchas batallas, vuelve a la corte, ve a su señora por donde

                  suele, conciértase que la pida a su padre por mujer en pago de sus servicios. No se la quiere dar el

                  rey, porque no sabe quién es; pero, con todo esto, o robada o de otra cualquier suerte que sea, la

                  infanta viene a ser su esposa y su padre lo viene a tener a gran ventura, porque se vino a averiguar

                  que el tal caballero es hijo de un valeroso rey de no sé qué reino, porque creo que no debe de estar

                  en el mapa.



                  Muérese el padre, hereda la infanta, queda rey el caballero en dos palabras. Aquí entra luego el

                  hacer mercedes a su escudero y a todos aquellos que le ayudaron a subir a tan alto estado: casa a su

                  escudero con una doncella de la infanta, que será, sin duda, la que fue tercera en sus amores, que es

                  hija de un duque muy principal.

                  –Eso pido, y barras derechas –dijo Sancho–; a eso me atengo, porque todo, al pie de la letra, ha de

                  suceder por vuestra merced, llamándose el Caballero de la Triste Figura.


                  –No lo dudes, Sancho –replicó don Quijote–, porque del mesmo y por los mesmos pasos que esto he

                  contado suben y han subido los caballeros andantes a ser reyes y emperadores. Sólo falta agora
                  mirar qué rey de los cristianos o de los paganos tenga guerra y tenga hija hermosa; pero tiempo

                                             Portal Educativo EducaCYL
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