Page 116 - El ingenioso caso de don Quijote de la Mancha
P. 116

Miró también Don Quijote a Sancho, y vióle que tenía los carrillos hinchados, y la boca llena de risa,

                  con evidentes señales de querer reventar con ella, y no pudo su melancolía tanto con él, que a la

                  vista de Sancho pudiese dejar de reirse, y como vió Sancho que su amo había comenzado, soltó la

                  presa de manera que tuvo necesidad de apretarse las hijadas con los puños por no reventar riendo.

                  Cuatro veces sosegó, y otras tantas volvió a su risa con el mismo ímpetu que primero, de lo cual ya
                  se daba al diablo Don Quijote, y más cuando le oyó decir como por modo de fisga: Has de saber, ¡oh

                  Sancho amigo! que yo no nací por querer del cielo en esta nuestra edad del hierro para resucitar en

                  ella la dorada o de oro; yo soy aquel para quien están guardados los peligros, las hazañas grandes,

                  los valerosos fechos. Y por aquí fue repitiendo todas o las más razones que Don Quijote dijo la vez

                  primera que oyeron los temerosos golpes.

                  Viendo, pues, Don Quijote que Sancho hacía burla dél, se corrió y enojo en tanta manera, que alzó el

                  lanzón y le asentó dos palos, tales que si como los recibió en las espaldas los recibiera en la cabeza,

                  quedara libre de pagarle el salario, si no fuera a sus herederos.

                  Viendo Sancho que sacaba tan malas veras de sus burlas, con temor de que su amo no pasase

                  adelante en ellas, con mucha humildad le dijo: Sosiéguese vuestra merced, que por Dios que me

                  burlo. Pues ¿por qué os burlais?No me burlo yo, respondió Don Quijote. Venid acá señor alegre:

                  ¿paréceos a vos que como si estos fueron mazos de batán fueran otra peligrosa aventura, no había

                  yo mostrado el ánimo que convenía para emprendella y acaballa? ¿Estoy yo obligado a dicha, siendo
                  como soy caballero, a conocer y distinguir los sones, y saber cuales son los de los batanes o no? Y

                  más que podría ser, como es verdad, que no los he visto en mi vida, como vos los habréis visto, como

                  villano ruin que sois, criado y nacido entre ellos; si no, haced vos que estos seis mazos se vuelvan en

                  seis jayanes, y




                  echádmelos a las barbas uno a uno, o todos juntos, y cuando yo no diere con todos patas arriba,

                  haced de mí la burla que quisiéredes.






                                             Portal Educativo EducaCYL
                                              http://www.educa.jcyl.es
   111   112   113   114   115   116   117   118   119   120   121