Page 112 - El ingenioso caso de don Quijote de la Mancha
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pie y descalza desde lejos con un bordón en la mano y con unas alforjas al cuello, donde llevaba,
                  según es fama, un pedazo de espejo y otro de un peine, y no sé qué botecillo de mudas para la cara;

                  mas llevase lo que llevase, que yo no me quiero meter ahora en averiguallo, sólo diré que dicen que

                  el pastor llegó con su ganado a pasar el río Guadiana, y en aquella sazón iba crecido y casi fuera de

                  madre, y por la parte que llegó no había barca ni barco, ni quien le pasase a él ni a su ganado de la

                  otra parte, de lo que se congojó mucho, porque veía que la Torralva venía ya muy cerca, y le había de

                  dar mucha pesadumbre con sus ruegos y lágrimas, mas tanto anduvo mirando, que vio un pescador
                  que tenía junto a sí un barco tan pequeño, que solamente podían caber en él una persona y una

                  cabra, y con todo esto le habló y concertó con él que le pasase a él y a trescientas cabras que llevaba.

                  Entró el pescador en el barco y pasó una cabra, volvió y pasó otra, tornó a volver y tornó a pasar

                  otra: tenga vuestra merced cuenta con las cabras que el pescador va pasando, porque si se pierde

                  una de la memoria se acabará el cuento, y no será posible contar más palabra dél: sigo, pues, y digo,

                  que el desembarcadero de la otra parte estaba lleno de cieno y resbaloso, y tardaba el pescador
                  mucho tiempo en ir y volver: con todo esto volvió por otra cabra, y otra y otra.


                  Haz cuenta que las pasó todas, dijo Don Quijote; no andes yendo y viniendo desa manera, que no

                  acabarás de pasarlas en un año. ¿Cuántas han pasado hasta ahora? dijo Sancho. ¿Yo qué diablos sé?

                  respondió Don Quijote. He ahí lo que yo dije que tuviese buena cuenta; pues por Dios que se ha
                  acabado el cuento, que no hay pasar adelante. ¿Cómo puede ser eso? respondió Don Quijote. ¿Tan

                  de esencia de la historia es saber las cabras que han pasado por extenso, que si se yerra una del

                  número no puedes seguir adelante con la historia? No, señor, en ninguna manera, respondió

                  Sancho, porque así como yo pregunté a vuestra merced que me dijese cuántas cabras habían pasado,

                  y me respondió que no sabía, en aquel mismo instante se me fue a mí de la memoria cuanto me

                  quedaba por decir, y a fe que era de mucha virtud y contento. ¿De modo, dijo Don Quijote, que ya la

                  historia es acabada? Tan acabada es como mi madre, dijo Sancho.

                  Dígote de verdad, respondió Don Quijote, que tú has contado una de las más nuevas consejas,

                  cuento o historia que nadie pudo pensar en el mundo, y que tal modo de contarla, ni dejarla, jamás

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