Page 106 - El ingenioso caso de don Quijote de la Mancha
P. 106
desde hoy en adelante, y para que mejor me cuadre tal nombre, determino de hacer pintar, cuando
haya lugar, en mi escudo una muy triste figura. No hay para qué, señor, querer gastar tiempo y
dineros en hacer esta figura, dijo Sancho, sino lo que se ha de hacer es que vuestra merced descubra
la suya, y dé rostro a los que le miraren, que sin más ni más, y sin otra imagen ni escudo, le llamarán
"el de la Triste Figura", y créame que le digo la verdad, porque le prometo a vuestra merced, señor (y
esto sea dicho en burlas), que le hace tan mala cara la hambre y la falta de las muelas, que, como ya
tengo dicho, se podrá muy bien excusar la triste pintura. Rióse Don Quijote del donaire de Sancho;
pero con todo propuso de llamarse de aquel nombre en pudiendo pintar su escudo o rodela como
había imaginado.
Olvidábaseme de decir, dijo al marcharse el bachiller a Don Quijote, que advierta a vuestra merced
que queda descomulgado por haber puesto las manos violentamente en cosa sagrada, justa ilud: sit
quis suadente diabolo, etc. No entiendo este latín, respondió Don Quijote: mas yo sé bien que no
puse las manos, sino este lanzón; cuanto más, que yo no pensé que ofendía a sacerdotes, ni a cosas
de la Iglesia, a quien respeto y adoro como católico y fiel cristiano que soy, sino a fantasmas y
vestiglos del otro mundo; y cuando eso así fuese, en la memoria tengo lo que le pasó al CId Rui Diaz
cuando quebró la silla del embajador de aquel rey delante de su santidad el Papa, por lo cual le
descomulgó, y anduvo aquel día el buen Rodrigo de Vivar como muy honrado y valiente caballero.
En oyendo ésto el bachiller se fue, como queda dicho, sin replicarle palabra. Quisiera Don Quijote
mirar si el cuerpo que venía en la litera eran huesos o no; pero no lo consintió Sancho, diciendole:
Señor, vuestra merced ha acabado esta peligrosa aventura lo más a su salvo de todas las que yo he
visto; esta gente, aunque vencida y desbaratada, podría ser que cayese en la cuenta de que los venció
sólo una persona, y corridos y avergonzados desto volviesen a rehacerse y aa buscarnos, y nos diesen
muy bien en que entender. El jumento está como viene, la montaña cerca, la hambre carga, no hay
que hacer sino retirarnos con gentil compás de piés, y como dicen, váyase el muerto a la sepultura y
el vivo a la hogaza. Y antecogiendo a su asno, rogó a su señor que le siguiese, el cual, pareciéndole
que Sancho tenía razón, sin volverle a replicar le siguió. Y a poco trecho que caminaban por entre
dos montañuelas, se hallaron en un espacioso y escondido valle, donde se apearon, y Sancho alivió
Portal Educativo EducaCYL
http://www.educa.jcyl.es