Page 104 - El ingenioso caso de don Quijote de la Mancha
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el rostro, diciéndole que se rindiese, si no que le mataría: a lo cual respondió el caído: Harto rendido
estoy, pues no me puedo mover, que tengo una pierna quebrada; suplico a vuestra merced, si es
caballero cristiano, que no me mate, que cometerá un gran sacrilegio, que soy licenciado y tengo las
primeras órdenes. ¿Pues quién diablos os ha traído aquí, dijo Don Quijote, siendo hombre de
iglesia? ¿Quién, señor? replicó él caído. Mi desventura. Pues otra mayor os amenaza, dijo Don
Quijote, si no me satisfaceis a todo cuanto primero os pregunte. Con facilidad será vuestra merced
satisfecho, respondió el licenciado; y así sabrá vuestra merced, que denantes dije que yo era
licenciado, no soy sino bachiller, y llámome Alonso López; soy natural de Alcovendas, vengo de la
ciudad de Baeza con otros once sacerdotes, que son los que huyeron con las hachas, vamos a la
ciudad de Segovia, acompañando un cuerpo muerto que va en aquella litera, que es de un caballero
que murió en Baeza, donde fue depositado, y ahora como digo, llevábamos sus huesos a su
sepultura, que está en Segovia, de donde era natural.
¿Y quién le mató? preguntó Don Quijote. Dios, por medio de unas calenturas pestilentes que le
dieron, respondió el bachiller. Desa suerte, dijo Don Quijote, quitado me ha nuestro Señor del
trabajo que había de tomar en vengar su muerte, si otro alguno le hubiera muerto: pero habiéndole
muerto quien le mató, no hay sino callar y encoger los hombros, porque lo mismo hiciera si a mí
mismo me matara; y quiero que sepa vuestra reverencia, que soy un caballero de la Mancha,
llamado Don Quijote, y es mi oficio y ejercicio andar por el mundo enderazano tuertos y desfaciendo
agravios. No sé cómo puede ser eso de enderezar tuertos, dijo el bachiller; pues a mí de derecho me
habeis vuelto tuerto, dejándome una pierna quebrada, la cual no se verá derecha en todos los días
de mi vida, y el agravio que en mí habeis deshecho ha sido dejarme agraviado de manera que me
quedaré agraviado para siempre, y harta desventura ha sido topar con vos, que vais buscando
aventuras. No todas las cosas, respondió Don Quijote, suceden de un mismo modo: el daño estuvo,
señor bachiller Alonso López, en venir como veníades de noche, vestidos con aquellas sobrepellices,
con las hachas encendidas, rezando, cubiertos de luto, que propiamente semejábades cosa mala y
del otro mundo, y así yo no puedo dejar de cumplir con mi obligación acometiéndoos, y os
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