Page 88 - Santa María de las Flores Negras
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la escuela, con pañuelos y sombreros en alto, los aclamaban y vitoreaban como a
verdaderos héroes de guerra.
Luego de que una Comisión de Recibimiento terminara de acomodar a los
huelguistas de La Palma en los recintos de la escuela, Olegario Santana y sus
amigos entablan conversación con algunos de los operarios en el patio principal.
Domingo Domínguez ha hallado entre ellos a un tiznado conocido suyo, al que
apodan el Patas con Brotes, y entre cigarrillos y tallas relativas a la facha de
empampados con que han llegado a la ciudad, los amigos aprovechan de darles a
conocer varios datos domésticos y de utilidad personal. Como en cual de todos los
puestos de la calle se vende el mejor pan amasado, o dónde ir a hacerse un buen
retrato para llevarse a la pampa como recuerdo de la estadía en el puerto. Que en
la sombrerería El Globo, de por aquí a la vuelta nomás, paisanos, cuesta mucho
más barato el arreglo de los sombreros, sobre todo los colizas y los de Panamá. Y
que en la Peluquería Francesa, de la calle Uribe, se hacen los cortes de pelo de
última moda, y que al terminar el trabajo lo rocían a uno con finas aguas de
tocador dejándolo más fragantoso que un clavel; además el maestro, don Antonio
Duhamel, dueño del local, tiene la delicadeza de desinfectar las herramientas
después de cada uso sumergiéndolas en agua hirviendo ¿Qué les parece,
ganchitos? Pero principalmente los amigos ponen al tanto a los recién llegados
sobre algunos detalles de comportamiento que es bueno que vayan sabiendo
desde ya para una mejor convivencia dentro de la escuela, haciendo hincapié
sobre todo en el grave problema de las casetas sanitarias, indicándoles dónde y
cuáles son los sitios eriazos ideales, aparte de la playa, para evacuar el vientre.
Esto para que los amigazos de Puelma no vayan a hacer lo que hacen algunos
metecos cerrados de sesera, que no tienen ningún escrúpulo en bajarse los
pantalones en la calle, a cualquier hora del día o de la noche, y por culpa de los
cuales el Comité Central ha recibido una chorrera de reclamos de los vecinos
adyacentes a la escuela. Y cuando en el cielo ya está anocheciendo, y Domingo
Domínguez, apartado del grupo, está dateando para callado a su amigo Patas con
Brotes sobre el prostíbulo de Yolanda, se aparece Juan de Dios diciendo que
dónde miéchica se habían metido toda la tarde los caballeros, que su madre hace
rato los está esperando.
—Les tiene mate y pan amasado calientito —les dice el niño, pasándose
deleitosamente la lengua por los labios.
Como los amigos, por el asunto del reclamo de las fichas, se han pasado
por alto el almuerzo, no se hacen de rogar un tris para aceptar la invitación. Al
llegar a la sala repleta de gente descansado y comentando los últimos sucesos del
día, encuentran a Gregoria Becerra mateando en compañía del matrimonio de la
oficina Centro. La pareja se muestra ahora un poco más locuaz y sonriente. Su
hija Pastoriza del Carmen ha demostrado una leve mejoría en su salud. Gregoria
Becerra, además de mate y pan recién amasado, les tiene a los amigos una gran
lonja de charqui y algunas cajetillas de Africana, cigarrillos que, hace sólo unos
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