Page 134 - Santa María de las Flores Negras
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mostrando nada más que los ojos, le sonríe con todo el esplendor de su mirada.
Idilio Montano la besa en la frente. Y cuando, tras un rato de silencio, ella vuelve a
elogiar la fineza y hermosura de su abanico, él, en un travieso tono de gravedad,
le dice que es bueno que ella sepa que se lo ha regalado principalmente por dos
motivos: primero, porque se parecen a los volantines, y, segundo, para que no
siga abanicándose con las manos, pues, según decía su abuela, eso atrae
maleficios. Y se pone a contarle que su majestuosa abuela boliviana era una
anciana muy sabia que, además de partera, era ducha en materia de sortilegios y
sahumerios. Él muchas veces la había visto curar, entre otras cosas, el mal de ojo,
la había visto quebrar el empacho, componer huesos, enderezarle la boca torcida
a un hombre sobajeándole la cara con una pata de chivo, y hasta sacarle el diablo
del cuerpo a una joven religiosa que se había enamorado de un músico del
Orfeón.
Liria María no dice nada. Como un niño con un juguete nuevo, sigue
abanicándose y sonriendo feliz de la vida.
—Lo único que le pido —le dice cariñoseándola Idilio Montano— es que no
se le vaya a ocurrir soñar con él.
—¿Y por qué no? —pregunta ella extrañada, sin dejar de darse aire.
—Porque, según mi querida abuela, soñar con un abanico es indicio de que
una traición anda rondando.
Liria María lo mira con el ceño fruncido.
—Además no debe abanicarse tan despacio —le exhorta él, semiserio—.
Pues eso es signo de indiferencia para con el que está a su lado.
—¿No cree que su regalito está saliendo un poco complicado? —replica
ella en un fingido mohín de enojo.
—Es que al decir de mi abuela —se disculpa ligero él—, que también era
consejera en materias del amor, el uso del abanico encierra todo un código de
señales de cortejo nupcial. Por ejemplo, y sólo de lo que yo me acuerdo, pasar el
dedo índice por las varillas significa: «Tal vez debamos hablar». Abanicarse con la
mano izquierda quiere decir: «No mires a ésa». Asomarse a la ventana
abanicándose significa «Espérame». Al quitarse un cabello de la frente con los
padrones se está diciendo: «No me olvides». A final de cuentas, parece que una
mujer con su abanico abierto expresa más cosas que un mudo con sus manos
¿no le parece? |
—Desde hoy en adelante —dice Liria María— me pasaré la vida
quitándome los cabellos de la frente con los padrones. Así usted me recordará a
toda hora.
Idilio Montano se tumba a su lado y sonríe. De espaldas en la arena, se
pone a contemplar el azul del cielo, sin ninguna nube que lo manche. Al ir
quedando solos en la playa, le parece que el ruido del mar y el graznar de las
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