Page 73 - Fahrenheit 451
P. 73

Los fuegos artificiales se apagaron en la sala de estar,  Dale a la gente concursos que puedan ganar recordando
 detrás de Mildred. Al mismo tiempo, ella había dejado de  la letra de las canciones más populares, o los nombres de
 hablar;  una coincidencia milagrosa.  Montag contuvo el  las  capitales  de  Estado o cuánto maíz prod jo Io a el
                                                        ':"
                                                  �
 aliento.  año pasado. Atibórralo de datos no c mbust1bles, lanza­
                                           �
 -Había una muchacha,  ahí, al lado -dijo con lenti­  les  encima tantos  «hechos»  que se  sientan  abrumados,
 tud-. Ahora,  se ha marchado,  creo que ha muerto.  Ni  pero totalmente al día en cuanto  información Ent n­
                                        �
                                                          ?
                                                     ;
 siquiera  puedo  recordar  su rostro.  Pero  era  distinta.  ces  tendrán la sensación de  que piensan, tendran la 1m­
 ¿ Cómo ... cómo pudo llegar a existir?  pr¡sión de que se mueven sin moverse.  Y serán felices,
 Beatty sonrió.  porque los hechos de esta naturaleza  o ca bian. No les
                                           �
                                                n_i
                                                          _
 -Aquí o allí,  es  fatal que ocurra.  ¿Clarisse McCle­  des ninguna materia delicada como Filosofia o la  � oc10-
 llan? Tenemos ficha de toda su familia.  Les hemos vigi­  logía para que empiecen a atar ca�os. Por ese cammo, se
 lado cuidadosamente.  La herencia y el medio ambiente  encuentra la melancolía.  Cualquier hombre que pueda
 hogareño puede deshacer mucho de lo que se inculca en  desmontar  un mural de  televisión  y volver a  armarlo
 el colegio.  Por eso hemos  ido bajando,  año tras año,  la  luego,  y,  en la actualidad,  la mayoría de los hombres
                                             _
 edad de ingresar en el parvulario, hasta que, ahora, casi  pueden hacerlo, es más feliz que cu lqmer otro que trate
                                         �
 arrancamos a los pequeños de la cuna.  Tuvimos varias  de  medir, calibrar y sopesar el Umverso,  que ;1º puede
 falsas alarmas con los McC!ellan, cuando vivían en Chi­  ser medido ni sopesado sin qu un hombre se s enta bes­
                                                    �
                                     �
 cago.  Nunca les encontramos un libro.  El tío tiene un  tial y  solitario.  Lo  sé,  lo  he  mtentado.  ¡Al d ablo con
                                                    �
 historial confuso,  es antisocial.  ¿ La muchacha?  Es una  ello!  Así, pues,  adelante con  los clubs y  las fiestas, � os
                                                         _
 bomba de relojería. La familia había estado influyendo en  acróbatas y los prestidigitadores, los  coches  a reac 10n,
                                                         �
 su subconsciente, estoy seguro, por lo que pude ver en su  las bicicletas, helicópteros, el sexo y las d ogas, mas �e
                                                �
                                                          ,
 historial escolar. Ella no quería saber cómo se hacía algo  todo lo que esté relacionado  con los refle¡os autom tl­
                                                          �
                                                 _
 sino por qué.  Esto  puede resultar embarazoso.  Se pre­  cos. Si el drama es malo, si la película no dice nada, s1 la
 gunta el porqué de una serie de cosas y se termina sin­  comedia carece de sentido, dame una inyección de tera­
 tiéndose muy desdichado. Lo mejor que podía pasarle a  mina.  Me parecerá que  reacciono  on la  obra,  c1;1ando
                                          �
                                   _
                                    _
                                        _
                                                   _
 la pobre chica era morirse.  sólo  se trata de una reacc10n  tactil a  las v1brac10nes.
 -Sí, morirse.  Pero no me importa. Prefiero un entretenimiento com­
 -Afortunadamente, los casos extremos como ella no  pleto.
 aparecen a menudo.  Sabemos  cómo  eliminarlos  en em­  Beatty se puso en pie.
                                                 .
 brión.  No se puede construir una casa sin clavos en la  -He de marcharme. El sermón ha terminado. Espero
 madera. Si no quieres que un hombre se sienta política­  haber aclarado conceptos. Lo que importa que recue des,
                                                         �
 mente desgraciado, no le enseñes  dos aspectos de una  Montag, es que tú, _yo, y los demás somos los G ardianes
                                                     1:_
 misma cuestión,  para  preocuparle;  enséñale  sólo  uno.  de la Felicidad. Nos enfrentamos con la pequena marea
 O, mejor aún,  no le des ninguno. Haz que olvide que  de quienes desean que todos se sientan desdichados con
                                           _
                                       _
 existe una cosa llamada guerra. Si el  Gobierno es poco  teorías y  pensamientos  contrad1ctonos.  T nemos nues­
                                                �
 eficiente,  excesivamente intelectual o aficionado a au­  tros dedos en el dique.  Hay que aguantar firme.  o pe ­
                                                      �
                                                            �
 mentar los impuestos, mejor es que sea todo eso que no  mitir que el torrente de melancolía y la funesta F1losof1a
 que la gente se preocupe por ello. Tranquilidad, Montag.  ahoguen  nuestro mundo.  Dependemos de ti.  No creo
                                                         71
   68   69   70   71   72   73   74   75   76   77   78