Page 70 - Fahrenheit 451
P. 70

cias.  En 1 actualidad, gracias a todo ello, uno puede ser       amarillos y  anaranjados  que  oscilaban  y  estallaban  al
                     �
               _
            feliz contmuamente, se le permite leer historietas ilustra­      ritmo de una música casi exclusivamente compuesta por
            das o periódicos profesionales.                                  baterías, tambores y címbalos. Su boca se movía y estaba
               -Sí, pero, ¿qué me dice de los bomberos?                      diciendo algo, pero el sonido no permitía oírla.
               -Ah. -Beatty se inclinó hacia delante entre la débil             Beatty vació su pipa en la palma de su mano  sonro­
            neblina producida por su pipa-.  ¿Qué es más  fácil  de          sada, examinó la ceniza como si fuese un símbolo que ha­
            ex licar y más lógico? Como las universidades producían          bía que examinar en busca de algún significado.
              p
            mas  corredores,  saltadores,  boxeadores, aviadores y na­          -Has de comprender que  nuestra civilización es tan
            dadores, en vez de profesores, críticos, sabios y creado­        vasta que  no podemos  permitir  que  nuestras  minorías
                          .
            res, la palabra «mtelectual», claro está, se convirtió en el     se  alteren o exciten.  Pregúntate a ti mismo:  ¿Qué que­
            insulto que merecía ser.  Siempre se teme a lo descono­          remos  en  esta  nación,  por encima de todo?  La  gente
            cido. Sin duda, te acor�arás del muchacho de tu clase que        quiere ser  feliz,  ¿no es  así?  ¿No lo has  estado oyendo
                     _
            era excepcionalmente «mteligente», que recitaba la mayo­         toda tu vida?  «Quiero ser feliz»,  dice la gente. Bueno,
            ría d: las leccion s y daba las  espuestas, en tanto que los     ¿  no lo son?  ¿  No les mantenemos en acción,  no les pro­
                           :
                                       �
            demas permanec1an como munecos de barro, y le detesta­           porcionamos  diversiones?  Eso  es para lo único que vi­
            ban.  ¿  Y no era ese muchacho inteligente al que escogían       vimos,  ¿no?  ¿Para el placer y  las emociones?  Y tendrás
            para  pegar y  atormentar  después de las horas  de clase?       que  admitir  que  nuestra  civilización  se  lo  facilita  en
            Desde luego que sí.  Hemos de ser todos iguales. No to­          abundancia.
            dos nacimos libres e iguales, como dice la  Constitución            -Sí.
            sino t dos hechos  iguales.  Cada hombre, la imagen d�              Montag pudo leer en los labios de Mildred lo que ésta
                 �
            cualquier otro. Entonces, todos son felices, porque no           decía desde el umbral. Trató de no mirar la boca de ella,
            pueden establecerse diferencias ni comparaciones desfa­          porque, entonces, Beatty podía volverse y leer también lo
            vorables. ¡Ea! Un libro es un arma cargada en la casa de al      que decía.
            lado.  Quémalo.  Quita el proyectil del arma.  Domina la            -A la gente de color no -le gusta El pequeño Samba.
            � ente del hombre. ¿Quién sabe cuál podría ser el obje­          A quemarlo. La gente blanca se siente incómoda con La
            tivo del hombre que leyese mucho? ¿Yo? No los resisti­           cabaña del tío  Tom.  A quemarlo. ¿  Alguien escribe un li­
            ría ni un minuto. Y así, cuando, por último, las casas fue­      bro  sobre  el tabaco  y el cáncer de pulmón?  ¿Los  fabri­
            ron totalmente inmunizadas contra el fuego, en el mundo          cantes de cigarrillos se lamentan? A quemar el  libro.  Se­
            entero  (la otra noche tenías razón en tus conjeturas) ya        renidad,  Montag.  Líbrate  de  tus  tensiones  internas.
                         _
            no hub necesidad de �omberos para el antiguo trabajo.            Mejor aún, lánzalas al incinerador.  ¿  Los funerales son
                  �
                                   _
            Se les dio una nueva m1s1ón,  como custodios de nuestra          tristes y paganos?  Eliminémoslos también.  Cinco minu­
            tranquilidad de espíritu, de nuestro pequeño, comprensi­         tos después de la muerte de una persona, está en camino
                  _
            ble y Justo  temor de ser inferiores.  Censores oficiales        hacia la Gran Chimenea,  los incineradores son abasteci­
            jueces y ejecutores. Eso eres tú, Montag. Y eso soy yo.'         dos por helicópteros en todo el país.  Diez minutos des­
              La puerta que comunicaba con la sala de estar se abrió         pués  de la  muerte,  un  hombre es  una  nube  de polvo
            y  Mildred  asomó,  miró a los  dos hombres, y se fijó en        negro. No sutilicemos con recuerdos acerca de los indivi­
            Beatty y,  después, en Montag.  A su espalda,  las paredes       duos.  O!vidémoslos.  Quemémoslo todo,  absolutamente
           de la pieza  estaban inundadas  de resplandores verdes,           todo. El fuego es brillante y limpio.

              68
   65   66   67   68   69   70   71   72   73   74   75