Page 47 - 1984
P. 47
perfume baratísimo; pero, sin embargo, atraía, ya que ninguna mujer del
Partido usaba perfume ni podía uno imaginársela perfumándose. Solamente
los proles se perfumaban, y ese olor evocaba en la mente, de un modo
inevitable, la fornicación.
Cuando estuvo con aquella mujer, fue la primera vez que había caído
Winston en dos años aproximadamente. Por supuesto, toda relación con
prostitutas estaba prohibida, pero se admitía que alguna vez, mediante un acto
de gran valentía, se permitiera uno infringir la ley. Era peligroso pero no un
asunto de vida o muerte, porque ser sorprendido con una prostituta sólo
significaba cinco años de trabajos forzados. Nunca más de cinco años con tal
de que no se hubiera cometido otro delito a la vez. Lo cual resultaba estupendo
ya que había la posibilidad de que no le descubrieran a uno. Los barrios pobres
abundaban en mujeres dispuestas a venderse. El precio de algunas era una
botella de ginebra, bebida que se suministraba a los proles. Tácitamente, el
Partido se inclinaba a estimular la prostitución como salida de los instintos que
no podían suprimirse. Esas juergas no importaban políticamente ya que eran
furtivas y tristes y sólo implicaban a mujeres de una clase sumergida y
despreciada. El crimen imperdonable era la promiscuidad entre miembros del
Partido. Pero —aunque éste era uno de los crímenes que los acusados
confesaban siempre en las purgas— era casi imposible imaginar que tal
desafuero pudiera suceder.
La finalidad del Partido en este asunto no era sólo evitar que hombres y
mujeres establecieran vínculos imposibles de controlar. Su objetivo verdadero
y no declarado era quitarle todo placer al acto sexual. El enemigo no era tanto
el amor como el erotismo, dentro del matrimonio y fuera de él. Todos los
casamientos entre miembros del Partido tenían que ser aprobados por un
Comité nombrado con este fin y —aunque al principio nunca fue establecido
de un modo explícito— siempre se negaba el permiso si la pareja daba la
impresión de hallarse físicamente enamorada. La única finalidad admitida en
el matrimonio era engendrar hijos en beneficio del Partido. La relación sexual
se consideraba como una pequeña operación algo molesta, algo así como
soportar un enema. Tampoco esto se decía claramente, pero de un modo
indirecto se grababa desde la infancia en los miembros del Partido. Había
incluso organizaciones como la Liga juvenil Anti-Sex, que defendía la soltería
absoluta para ambos sexos. Los niños debían ser engendrados por
inseminación artificial (semart, como se le llamaba en neolengua) y educados
en instituciones públicas. Winston sabía que esta exageración no se defendía
en serio, pero que estaba de acuerdo con la ideología general del Partido. Este
trataba de matar el instinto sexual o, si no podía suprimirlo del todo, por lo
menos deformarlo y mancharlo. No sabía Winston por qué se seguía esta
táctica, pero parecía natural que fuera así. Y en cuanto a las mujeres, los
esfuerzos del Partido lograban pleno éxito.