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carnoso y brutal, lleno de inteligencia y de una especie de pasión controlada
ante la cual sentíase uno desarmado; pero, desde luego, estaba cansado. Tenía
bolsones bajo los ojos y la piel floja en las mejillas. O'Brien se inclinó sobre él
para acercarle más la cara, para que pudiera verla mejor.
—Estás pensando —le dijo— que tengo la cara avejentada y cansada.
Piensas que estoy hablando del poder y que ni siquiera puedo evitar la
decrepitud de mi propio cuerpo.
—¿No comprendes, Winston, que el individuo es sólo una célula? El
cansancio de la célula supone el vigor del organismo. ¿Acaso te mueres al
cortarte las uñas?
Se apartó del lecho y empezó a pasear con una mano en el bolsillo.
—Somos los sacerdotes del poder —dijo—. El poder es Dios. Pero ahora
el poder es sólo una palabra en lo que a ti respecta. Y ya es hora de que tengas
una idea de lo que el poder significa. Primero debes darte cuenta de que el
poder es colectivo. El individuo sólo detenta poder en tanto deja de ser un
individuo. Ya conoces la consigna del Partido: «La libertad es la esclavitud».
¿Se te ha ocurrido pensar que esta frase es reversible? Sí, la esclavitud es la
libertad. El ser humano es derrotado siempre que está solo, siempre que es
libre. Ha de ser así porque todo ser humano está condenado a morir
irremisiblemente y la muerte es el mayor de todos los fracasos; pero si el
hombre logra someterse plenamente, si puede escapar de su propia identidad,
si es capaz de fundirse con el Partido de modo que él es el Partido, entonces
será todopoderoso e inmortal. Lo segundo de que tienes que darte cuenta es
que el poder es poder sobre seres humanos. Sobre el cuerpo, pero
especialmente sobre el espíritu. El poder sobre la materia..., la realidad
externa, como tú la llamarías..., carece de importancia. Nuestro control sobre
la materia es, desde luego, absoluto.
Durante unos momentos olvidó Winston la palanca. Hizo un violento
esfuerzo para incorporarse y sólo consiguió causarse dolor.
—Pero, ¿cómo vais a controlar la materia? —exclamó sin poderse contener
—. Ni siquiera conseguís controlar el clima y la ley de la gravedad. Además,
existen la enfermedad, el dolor, la muerte...
O'Brien le hizo callar con un movimiento de la mano:
—Controlamos la materia porque controlamos la mente. La realidad está
dentro del cráneo. Irás aprendiéndolo poco a poco, Winston. No hay nada que
no podamos conseguir: la invisibilidad, la levitación... absolutamente todo. Si
quisiera, podría flotar ahora sobre el suelo como una pompa de jabón. No lo
deseo porque el Partido no lo desea. Debes librarte de esas ideas
decimonónicas sobre las leyes de la Naturaleza. Somos nosotros quienes