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—Tenemos que leerlo —dijo—. Y tú también. Todos los miembros de la
               Hermandad deben leerlo.

                   —Léelo tú —dijo Julia con los ojos cerrados—. Léelo en voz alta. Así es
               mejor. Y me puedes explicar los puntos difíciles.

                   El viejo reloj marcaba las seis, o sea, las dieciocho. Disponían de tres o
               cuatro horas más. Winston se puso el libro abierto sobre las rodillas en ángulo

               y empezó a leer:

                   CAPITULO PRIMERO

                   La ignorancia es la fuerza.

                   »Durante todo el tiempo de que se tiene noticia, probablemente desde fines
               del  período  neolítico,  ha  habido  en  el  mundo  tres  clases  de  personas:  los
               Altos, los Medianos y los Bajos. Se han subdividido de muchos modos, han
               llevado muy diversos nombres y su número relativo, así como la actitud que

               han  guardado  unos  hacia  otros,  han  variado  de  época  en  época;  pero  la
               estructura  esencial  de  la  sociedad  nunca  ha  cambiado.  Incluso  después  de
               enormes  conmociones  y  de  cambios  que  parecían  irrevocables,  la  misma
               estructura ha vuelto a imponerse, igual que un giroscopio vuelve siempre a la
               posición de equilibrio por mucho que lo empujemos en un sentido o en otro.

                   —Julia, ¿estás despierta? —dijo Winston.

                   —Sí, amor mío, te escucho. Sigue. Es maravilloso.


                   Winston continuó leyendo:

                   Los  fines  de  estos  tres  grupos  son  inconciliables.  Los  Altos  quieren
               quedarse donde están. Los Medianos tratan de arrebatarles sus puestos a los
               Altos.  La  finalidad  de  los  Bajos,  cuando  la  tienen  —porque  su  principal
               característica es hallarse aplastados por las exigencias de la vida cotidiana
               —, consiste en abolir todas las distinciones y crear una sociedad en que todos
               los hombres sean iguales. Así, vuelve a presentarse continuamente la misma

               lucha social. Durante largos períodos, parece que los Altos se encuentran muy
               seguros  en  su  poder,  pero  siempre  llega  un  momento  en  que  pierden  la
               confianza  en  sí  mismos  o  se  debilita  su  capacidad  para  gobernar,  o  ambas
               cosas a la vez. Entonces son derrotados por los Medianos, que llevan junto a
               ellos a los Bajos porque les han asegurado que ellos representan la libertad y
               la  justicia.  En  cuanto  logran  sus  objetivos,  los  Medianos  abandonan  a  los
               Bajos y los relegan a su antigua posición de servidumbre, convirtiéndose ellos

               en los Altos. Entonces, un grupo de los Medianos se separa de los demás y
               empiezan  a  luchar  entre  ellos.  De  los  tres  grupos,  solamente  los  Bajos  no
               logran sus objetivos ni siquiera transitoriamente. Sería exagerado afirmar que
               en toda la Historia no ha habido progreso material. Aun hoy, en un período de
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