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estructura esencial de la sociedad nunca ha cambiado. Incluso después de
enormes conmociones y de cambios que parecían irrevocables, la misma
estructura ha vuelto a imponerse, igual que un giroscopio vuelve siempre a la
posición de equilibrio por mucho que lo empujemos en un sentido o en otro.
Los objetivos de estos tres grupos son por completo inconciliables.
Winston interrumpió la lectura, sobre todo para poder disfrutar bien del
hecho asombroso de hallarse leyendo tranquilo y seguro. Estaba solo, sin
telepantalla, sin nadie que escuchara por la cerradura, sin sentir el impulso
nervioso de mirar por encima del hombro o de cubrir la página con la mano.
Un airecillo suave le acariciaba la mejilla. De lejos venían los gritos de los
niños que jugaban. En la habitación misma no había más sonido que el débil
tictac del reloj, un ruido como de insecto. Se arrellanó más cómodamente en la
butaca y puso los pies en los hierros de la chimenea. Aquello era una
bendición, era la eternidad. De pronto, como suele hacerse cuando sabemos
que un libro será leído y releído por nosotros, sintió el deseo de «calarlo»
primero. Así, lo abrió por un sitio distinto y se encontró en el capítulo III.
Siguió leyendo:
CAPITULO III
La guerra es la paz.
La desintegración del mundo en tres grandes superestados fue un
acontecimiento que pudo haber sido previsto —y que en realidad lo fue—
antes de mediar el siglo XX. Al ser absorbida Europa por Rusia y el Imperio
Británico por los Estados Unidos, habían nacido ya en esencia dos de los tres
poderes ahora existentes, Eurasia y Oceanía. El tercero, Asia Oriental, sólo
surgió como unidad aparte después de otra década de confusa lucha. Las
fronteras entre los tres superestados son arbitrarias en algunas zonas y en
otras fluctúan según los altibajos de la guerra, pero en general se atienen a
líneas geográficas. Eurasia comprende toda la parte norte de la masa
terrestre europea y asiática, desde Portugal hasta el Estrecho de Bering.
Oceanía comprende las Américas, las islas del Atlántico, incluyendo a las
Islas Británicas, Australasia y África meridional. Asia Oriental, potencia más
pequeña que las otras y con una frontera occidental menos definida, abarca
China y los países que se hallan al sur de ella, las islas del Japón y una
amplia y fluctuante porción de Manchuria, Mongolia y el Tibet.
Estos tres superestados, en una combinación o en otra, están en guerra
permanente y llevan así veinticinco años. Sin embargo, ya no es la guerra
aquella lucha desesperada y aniquiladora que era en las primeras décadas
del siglo XX. Es una lucha por objetivos limitados entre combatientes
incapaces de destruirse unos a otros, sin una causa material para luchar y
que no se hallan divididos por diferencias ideológicas claras. Esto no quiere