Page 73 - Las Chicas de alambre
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Se me ocurrió estrecharle una mano. Compartí con ella unos segundos de suave energía.
—¿Jess?
—Sí.
Se la presioné antes de retirarla yo mismo.
—Tu madre debe de ejercer sobre ti mucha presión.
—Mucha —reconoció—, pero me deja trabajar... y vivir. En cambio, si mi padre siguiese
aquí...
—Es como si hubiera muerto hundido por la tragedia de Jess.
—El cáncer que tuvo fue una consecuencia de ello, seguro. Antes de morir mi hermana,
ya estaba desmoralizado; así que después... Todos aquellos problemas, el escándalo de la
niña que se mató...
—¿Qué escándalo?
—Gladys Newman.
Vio por mi cara que yo no sabía de qué estaba hablando.
—Aquí fue bastante sonado —mencionó—. Puede que en Europa no se le diera tanta
importancia. Gladys Newman era una chica de quince años, absolutamente fanática de
Jess, de Cyrille y de Vania, es decir, de las Wire-girls. De hecho, fueron el modelo de
miles de adolescentes, y eso sí fue trágico. La moda Wire. Las tres estaban enfermas,
anoréxicas. Bueno, Cyrille era bulímica, que para el caso... Así que se convirtieron en el
modelo de muchas. Querían ser como ellas. El ideal era estar más que delgada,
esquelética. La imagen que proyectaban atraía de una forma poderosa —me miró
fijamente—. ¿Te gustaban a ti?
—Mucho, especialmente el morbo de Cyrille, lo fascinante que era Jess y, muy
especialmente, todo lo que emanaba Vania.
—¿Lo ves? Para muchos hombres estaban demasiado delgadas. No gustaban. Pero para
otros eran diferentes. Esas miradas lánguidas, esos aspectos enfermizos. Y para las
chicas, al margen del sexo, lo importante era esa delgadez. Triunfaban por estar delgadas.
En el caso de Gladys Newman, la consecuencia fue dramática. Estaba loca, o enloqueció;
da lo mismo. Toda su habitación estaba llena de fotografías de Jess, de Cyrille y de
Vania. Llena. Era lo que se llama «una fan». Las imitaba en todo, pero esencialmente en
querer estar como ellas. Murió de anorexia, y sus padres interpusieron una demanda.
Naturalmente fue desestimada, pero se habló mucho del tema, de la influencia que las
personas importantes, o presuntamente importantes, famosas, populares, ejercen sobre los
demás. Ellas no eran culpables de la muerte de esa chica; pero una noche oí a mi padre
decir que sí, y que Dios nos había dado la espalda. También dijo que el camino del fin
estaba abierto. Fue tan apocalíptico...
Barbara me hablaba de una fan fanática. ¿Se daba cuenta de que su propio padre también
lo era? No me arriesgué a preguntárselo.
—Muchos grupos de rock también han sido demandados alegando que sus letras han
incitado al suicidio a algunos adolescentes —recordé el caso de Judas Priest.
—No creo que sea justo —dijo Barbara—. Si mi personaje en la serie de televisión se
suicida y una chica lo imita, ¿van a demandar a la serie, al guionista, a mí? Cuando
alguien se encuentra enfermo, los demás no tenemos la culpa.
—¿Cómo se tomaron ese incidente ellas tres?
—La que peor lo llevó fue Cyrille. Con la infancia que tuvo... Creo que Jess,
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