Page 73 - De Victoria para Alejandro
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 era absoluto; los familiares, tanto los hombres que   JU1c1os  le  quemen  para  la  exterminación  eterna!
 se agolpaban al fondo como las mujeres que forma­  ¡Que se peguen a él todas las maldiciones de esta
 ban una masa en la puerta de la sala, estaban im­  alianza! ¡Que Dios le separe para la desventura, y
 presionados por el severo ceremonial.   sea arrancado de en medio de los hijos de la luz,
 Miriam susurró:   pues se ha apartado de  Dios, arrastrado por sus
 -Puro protocolo. Ya está decidido que los  ídolos y por las ocasiones de pecado! ¡Sea su suerte
 aceptarán.   entre los eternamente malditos!
 Dos mujeres que estaban al lado le dirigie­  -¡Amén, amén, amén!
 ron miradas furiosas por el único ojo que el velo   Comenzaron a cantar un himno. Victoria
 descubría del todo.   murmuró a Miriam:
 El  prefecto  contó  los votos y  anunció la   -¡Vaya forma de amenazar!
 admisión por  unanimidad.  Todos  se pusieron en   El hombre que las había recibido entró en
 pie y alzaron las manos para bendecir, a coro y con   la pequeña sala y con un gesto mandó salir a todas
 solemnidad.   las mujeres. Observó si habían tocado algo y orde­
 -¡Que el Señor os bendiga con todo bien
 y os preserve de todo mal!  ¡Que ilumine vuestro   nó recoger unas hojas que alguna niña había tirado
         al  suelo.  En  silencio,  sin  dirigirles  la  palabra  en
 corazón con la inteligencia de la vida y os favorez­
 ca con  el  conocimiento eterno!  ¡Que se aparezca   ningún momento, las devolvió al patio.
 ante vosotros con el rostro de su misericordia y que
 os otorgue felicidad eterna!
 Los ya aceptados respondieron con la ca_­  Las familias comieron a la sombra de las
 beza inclinada:   palmeras de las provisiones que habían traído de
 -¡Amén, amén, amén!   casa. El ambiente era de alegría. Los nuevos miem­
 -¡Maldito sea quien, al entrar en la alian-  bros del monasterio comieron juntos en la sala de
 za,  lleva  consigo  la  ocasión  que le hace pecar  y   reuniones, que también hacía de comedor. Tras la
 apartarse de Dios! Sin duda al escuchar las pala­  comida, los hombres reían y bebían, intercambian­
 bras  de  esta  alianza  se  bendecirá  en  su  corazón   do los grupos. Las mujeres charlaban aparte. Des­
 diciendo: «¡Tendré paz, aunque continúe en la per­  pués de servir la comida a sus hombres, se sentaron
 versidad  de  mi  corazón!».  ¡Pero  su espíritu  será   en corro y se quitaron los velos para comer ellas
 arrancado, sin perdón! ¡Que la cólera de Dios y sus   también.
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