Page 47 - De Victoria para Alejandro
P. 47

48                                                        49

                 amiga de la familia. María no estaba y su hermana                 Cogida de improviso por la perspicacia de
                 Marta la había acogido con todo cariño.                   la anciana, Victoria sintió que enrojecía y que sus
                         -¡Cuánto sentirá mi hermana no estar en           ojos se llenaban de lágrimas.
                 casa! Era la mejor amiga de tu madre cuando tenía                 -No lo sé muy bien.  En Roma todo esto
                 tu edad. No te pareces a ella.                            no importaba. No era la más bella, ni por mí se iba
                         Victoria asintió, cansada.                        a desatar la guerra de Troya, pero todos los de la
                         -Ya.                                              familia me querían; mi padre dice que me parezco
                         La anciana percibió la ligerísima irritación      a su madre, a la abuela romana, y el abuelo Ismail
                 en la respuesta.                                          nunca buscó en mí a mi madre -bajó la voz como
                         -¿ Y lo lamentas?                                 si no quisiera que las plantas del patio la oyeran-.
                         -Tal  vez  por  la  desilusión  de los  que la    Fue mi padrino de bautismo, durante días y días
                 conocieron. Tu hermana María también se hubiese           me narraba la historia de los judíos y me contaba
                 desilusionado.                                            cosas de Jesús. En secreto, me enseñó a hablar y a
                         -No creo. María es distinta a todos. Sabe         escribir en griego, en hebreo y en arameo.  Tenía
                 ver el fondo de las personas. No te debes disgustar       deseos de conocer a mi familia judía; pero al llegar
                 con tu familia; es lógico que los que conocieron a        aquí... -encogió los hombros en tanto le  resbala­
                 tu madre deseen reencontrarla en su hija, sin pen­        ban las lágrimas por la cara- el tío José me repro­
                 sar que todos somos distintos e irrepetibles.             cha mi educación romana, mis vestidos romanos,
                         -Dicen que mi madre era muy bella.                mi forma de hablar; la abuela Ana censura mi pelo
                         -Cierto, pero no era eso lo más importan-         y mis ojos, la tía Juana me observa con preocupa­
                 te; lo que más cautivaba era su alegría de vivir, su      ción;  percibo en todos los mismos pensamientos:
                 encanto,  su  bondad.  Tu  abuelo  la  prefería  a  sus   ¡ésta no puede ser la hija de su madre! ¿Qué vio en
                 otros  hijos,  ¡y  eso  que  eran  varones1,  y  Ana,  su   ella  el  abuelo para preferirla a los otros  nietos?
                 madrastra, la quería como si fuese hija suya. Pero        ¡Cuánto  me  gustaría  poder  renunciar  a  esa  he­
                 tú también tienes belleza y bondad, se te nota. Tal       rencia!
                 vez eres más seria, .más responsable que tu madre,                Hubo un silencio. La anciana Marta hizo
                 pero cada persona  tiene su propia forma de ser.          un gesto y la criada llenó otra vez los vasos. En el
                         Puso una mano en las de Victoria y su voz         calor de la tarde cantaban los pájaros.
                 adquirió un tono cariñoso.                                        -No debes dejar que te afecte de esa ma­
                         -¿Por qué te sientes herida?                      nera la opinión de los demás. Vienes de otro mun-
   42   43   44   45   46   47   48   49   50   51   52