Page 52 - De Victoria para Alejandro
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 abuela Ana llegó a encerrar en casa a tu madre y   copia. El abuelo me enseñó a escribir al modo de
 yo intenté alguna vez que el Maestro riñera a Ma­  los escribas. Pero no debe saberlo nadie.
 ría  por  su  irresponsabilidad,  pero  él me  recordó   -¡Que el Señor te bendiga, hija!
 que hay cosas más importantes que la hospitalidad,   Victoria enrojeció
 el buen servicio y las conveniencias. Luego, cuando   -Por favor, no lo comentes. Es secreto; ni
 resucitó a mi hermano Lázaro, las cosas se compli­  siquiera en la iglesia deben saber que fui yo quien
 caron.  Los sacerdotes y los del partido de los sadu­  lo  escribí. Me lo encargó el obispo;  eran días de
 ceos* llevaban mucho tiempo tras él; se unieron a   persecución y no contaban con un escriba de fiar,
 los fariseos* y mi hermano tuvo que huir y escon­  por eso lo hice yo. Nadie lo podría imaginar; las
 derse porque era un testigo viviente y los testigos   mujeres  no  sabemos  de  estas  cosas.  Y  si  ya  en
 estorbaban, y al Señor le prendieron y le crucifica­  Roma debía ocultarlo  ...  , ¡fíjate aquí!
 ron.  ¡Que  días!  Nunca  creí que se pudiera sufrir   -Has hecho un gran servicio a la Iglesia,
 tanto  ... Pero luego  ...   Victoria. Los ancianos de Roma sabían lo que ha­
 Marta guardó silencio; sus ojos, rodeados   cían  al  darte  el  encargo.  Jesús  hablaba  con  las
 de finas arrugas, parecían estar contemplando algo   mujeres en público, nos respetaba y nos tenía en
 que  sólo  ella  veía.  Victoria,  emocionada,  reveló   cuenta, y fueron mujeres las primeras en saber que
 parte de su secreto.   había resucitado; ¿por qué no van a poder escribir
 -Marta, en Roma hay un relato que reco­  su historia? No te preocupes. Él hubiese aprobado
 ge lo que Marcos* y Pedro predicaban de la vida   tu conducta.
 y  muerte  del  Señor.  En  las  reuniones  siempre
 se  narra  alguna  parte.  Yo  lo  recogí  por  escrito
 y me he traído un rollo*, pero lo que me has con­
 tado es nuevo para mí. ¿Me contarías más cosas de
 Jesús?
 Marta  se  inclinó  hacia  Victoria  con  los
 ojos iluminados:
 -¿Tú  lo  has  escrito?  ¿Me  darías  una
 copia?
 -Es para  la iglesia de  Jerusalén,  pero si
 me proporcionas suficiente pergamino, te haré una
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