Page 18 - De Victoria para Alejandro
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 tad más que mi amor y la borulml del lwmhre que   en  Israel,  las  mujeres  no  heredan  si  hay  hijos,  y
 yo ame.   menos  después  de  casarse  con  un pagano.  Pero el
 Ya imagino tu gesto de di,\'1{11slo al leer esto.   abuelo,  sin prestar atención a que soy medio roma­
 No olvido  que la  ley  de  Roma no  admite nuestra   na,  ha dispuesto que de su herencia se hagan  tres
 unión,  y  que aunque  el  obispo nos  bell{/(jese y  mi   partes  -exceptuando,  por  supuesto,  las  tierras  que
 padre estuviese conforme,  a los ojos de los hombres   son para su hijo mayor y que lleva ya muchos años
 tú sólo serías mi amante, y en cualquier 111omento la   gobernándolas- y que la parte de mi madre sea para
 familia, disgustada por la aparente deshonra, podría   mí.
 pre;)wrtur u mt paare para obligarme a acepcar un   No es que el tío José sea ambicioso o avaro;
 esposo legal.  Incluso tu amo -aunque no creo que   pertenece al monasterio de  Qumrán y  él no puede
 Pompilio lo hiciese- tendría derecho a reclamarme   poseer dinero; su herencia pasará a la comunidad a
 como esclava de su casa al ser,  legalmente,  la con­  la que pertenece,  pero pienso que una herencia más
 cubina de un esclavo.   cuantiosa le daría prestigio y además considera,  en
           contra de la ley de Israel, que mi abuelo como escri­
           ba conocía tan bien,  que una mujer que además no
           es hija de Israel* y que no guarda la fe de su pueblo
 He tenido que interrumpir mi carta.  El tío   herede las rentas de un israelita.
 José me ha reñido por escribir en público, sentada en   Que la bendición de Dios sea con todos los
 la popa del barco. Dice que no es una ocupación para   de tu casa.  Saluda a la Iglesia* en mi nombre.  Te
 una mujer y que atraigo las miradas de los marine­  ama.
 ros y  del resto del pasaje.  Ha dicho palabras muy   VICTORIA
 duras sobre mi descaro y mi falta de gracia.  Ya. sé
 que no soy tan bella como mi madre, pero no soy una
 descarada. Comprendo que las creencias del tío José
 le hacen juzgar duramente a todas la mujeres y creo
 que está disgustado porque el abuelo Ismail me ha
 dejado parte de su herencia.  Siempre esperó que el
 abuelo repartiese lo suyo entre el tío Simeón, que por
 ser el mayor es el heredero de las tierras,  y él,  ya
 que mi madre recibió su dote al casarse y además,
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