Page 13 - De Victoria para Alejandro
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            severa virtud y vida austera, que formaba parte de                era mucho más que lo que su maestro de retórica
            los grupos de los esenios*. Incluso su padre, ciuda­              le enseñaba.
            dano romano, y que, en ocasiones, hablaba de los                           El  abuelo  Ismail  era  cristiano  y  había
            judíos  con la  fría superioridad de un  patricio,  le            abandonado  sus tierras  y  su puesto en  Jerusalén
            respetaba.                                                        para seguir, como secretario, al apóstol Pablo. Vic­
                     Se sentó en la cama y escondió la cabeza                 toria recordaba los días malos de la persecución,
            entre las manos. No tenía muchos deseos de termi­                 cuando el abuelo, muy serio, dijo a su padre:
                                                                                      -Perdona que te cause problemas. Nerón
            nar su escrito. ¿De verdad la habían mimado? No                   culpa a los cristianos del incendio de Roma, pero
             recordaba rostros severos ni castigos.  Había sido               te juro que somos inocentes. Han apresado a Pablo
             una niña tranquila que aceptaba las órdenes de su                y tal vez mi deber fuese entregarme con mi maes­
            padre y de los preceptores sin discutirlas. Su madre              tro.  Soy  viejo  y  la  vida  no  debiera  importarme
             había muerto cuando ella tenía cuatro años y espe­               tanto -suspiró-.  Cornelio,  hijo,  soy un cobarde.
             raba otro hijo que no pudo nacer y su padre había                         Su padre sonrió.
             vuelto a tomar esposa entre las damas romanas de                         -Ismail, llevas con nosotros desde la pri­
             buena  familia.  Antonia  había  sido  bondadosa                 mera prisión de Pablo. Eres el padre de mi mujer.
             con ella, cuidó de su educación y no hacía diferen­              Le prometí a ella que Victoria sería cristiana y he
             cia de trato entre Victoria y sus propios hijos. No              procurado que le enseñasen vuestra fe. Y o no rezo
             había tenido hijas y era una buena amiga de su hi­               a vuestro Dios, pero si sé que para vosotros la vida
             jastra.                                                          es sagrada. ¿Por qué te vas a entregar a la muerte?
                     -Te llamé Victoria porque tú eras la prue­               Ni el mismo Pablo ha hecho eso. En mi casa esta­
             ba del triunfo de nuestro amor -le decía su paµre                rás  a  salvo  tú,  y  estarán  a  salvo  mi  hija  y  mis
             mientras le acariciaba el cabello.                               esclavos.  Y o, como jefe de la familia, garantizaré
                     Mientras, el abuelo Ismail, que era un es-·              que no sois impíos ni conspiráis contra Roma.
             criba* respetado entre su pueblo, le había enseña­                       Y en su casa había vivido su abuelo hasta
             do a escribir al estilo de los escribas profesionales,           su muerte,  tres meses atrás. A Victoria todavía le
             en hebreo, arameo, griego y latín*. Había sido un                dolía su recuerdo como una herida fresca.
             secreto entre los dos, sin que ni su madrastra o las                      Se levantó y se acercó a la jarra del agua.
             hermanas de su padre conociesen lo que no forma­                 Echó un poco en la palangana y se lavó la cara, que
             ba parte de una cuidada educación fe menina y que                le ardía. U na esclava entró en la cámara. Era una
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