Page 21 - De Victoria para Alejandro
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           que se reunían en casa de Pompilio le habían ele­                           -Tengo una hija casi de tu edad, dómina
           gido diácono*, para cuidar del servicio de la comu­                Victoria, pero a ella le interesan las sedas, las joyas
           nidad  y  el  obispo  le  había  impuesto  las  manos.             y las pinturas que embellecen los ojos y los labios,
           Victoria se había sentido fascinada por él, por su                 no los barcos y los pergaminos como a ti. De este
           sentido de la justicia y por su responsabilidad en el              viaje le llevaré de regalo un par de sandalias con
           trabajo.  La había  escoltado  algunas  noches  a  su              cadenitas de plata.
           casa por orden de Pompilio y el amor había surgi­                           Victoria bajó los ojos y el capitán rió fuer­
           do entre ellos; un amor que Alejandro había tarda­                 te viéndola turbada.
           do en confesarle por su condición de esclavo y que                          -¿Por qué te sonrojas? ¿Te he ofendido?
           el secreto -nadie debía enterarse- hacía más in­                            -No, capitán. Sólo que me avergüenza mi
           tenso. Victoria sentía como si flotase en una nube                 curiosidad por cosas tan poco femeninas.
           de luz y temía que todos advirtiesen su resplandor.                         -La curiosidad es buena, así se aprende,
                   Un marinero se acercó a ella, sobresaltán­                 aunque algunos digan otra cosa. Y yo estoy con­
           dola.                                                              vencido de que las mujeres, algunas al menos, pue­
                   -Dómina Victoria, dice el capitán que te  1                den  aprender.  ¿Te  gustaría  que  te  enseñase  el
           ha preparado un asiento en la popa.                                barco?
                   Victoria  se  recogió  el  manto  y  siguió  al                     Antes de que Victoria respondiese, la vieja
           marinero. El capitán, un griego moreno y fuerte,                   Prisca apareció en la portilla.
           de edad madura y cabello entrecano, la recibió con                          -Dómina Victoria, tu tío te busca.
           una sonrisa y le acercó un asiento con un exagera­                          Victoria  se  inclinó  presurosa  ante  el  ca­
           do respeto.                                                        pitán:
                   -Siéntate y come algo. Si te gusta obser­                           -Perdona, capitán. Otro día  ...
           var el mar, aquí estarás mejor.                                             Y  desapareció  camino  del  camarote  de
                   Le  ofrecía  un  plato  con  higos  y  un  pan             su tío.
           delgado y sin miga. Ella sonrió al tratamiento. Le
           correspondía por ser hija de un senador pero era
           demasiado joven para ello.                                                  José estaba sentado delante de un rollo de
                                                                              pergamino y levantó la vista al entrar Victoria.
                   '  El empleo de dos formas (tú y usted) para la segunda             -He estado reflexionando sobre  el testa­
           persona aparece más tarde en las lenguas derivadas del latín. El latín
           y el griego sólo tenían una forma para la segunda persona.         mento de mi padre. La ley de Israel no permite que
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