Page 118 - De Victoria para Alejandro
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           hombre no es malo, sólo lo que sale del interior del                tan más. Siempre tengo miedo que adviertan que
           hombre es malo. Del interior del hombre salen las                   está escrito por una mujer, pero tengo bien calcu­
           mentiras, las calumnias y los malos pensamientos.                   ladas las letras para que no me entren más de las
           Por cierto, Victoria, me habías prometido una co­                   que permiten las normas.
           pia del relato de Marcos. ¿Por qué no aprovechas                            Miriam preguntó.
           estos días? Así tendrás otra cosa en qué pensar. Y                          -¿ Qué normas?
           las palabras de Jesús te ayudarán.                                          -Las  de los  escribas  oficiales.  Todas  las
                   Le  pareció  buena  idea;  se  instaló  en  el              páginas  deben de tener un número similar de le­
           patio, al lado de donde Marta hilaba, sentada en un                 tras. Así se calculan los honorarios del escriba y la
           almohadón bajo, con una pequeña mesa delante,                       longitud del documento.
           como la que usaban los escribas en el mercado, y                            Marta hizo girar la rueca de nuevo.
           comenzó a escribir con el cálamo bien recto entre                           -¿Sabes escribir en otros idiomas además
           los dedos índice y corazón.                                         del griego?
                   Miriam miraba embobada. Había visto es­                             -El abuelo Ismail me enseñó las normas
           cribir  a  los  hombres  de  su  casa  y  leído  algunos            de los escribas en arameo y en latín; le divertía mi
           documentos. Su padre había querido que aprendie­                    afán  de  aprender  y  para  mí  era  un  maravilloso
           se a leer, y sabía escribir y hacer algunas cuentas,                secreto  entre  los  dos.  Sólo  Lino,  el  obispo  de
           pero ver a su prima trazar las letras con la rigurosa               Roma, lo conoce y me encargó que compusiese y
           caligrafía  de  los  grandes  escribas  del  templo,  la            trajese a Jerusalén el relato de Marcos. No hacía
           fascinaba.  Se  colocaba  a  su  lado  y  preparaba  la             falta decir que lo había hecho yo; y por otra parte,
           tinta, le espantaba las moscas, aprendió a trazad�                  cualquier escriba cristiano podría haberlo hecho;
           las pautas en los pergaminos, y le traía comida y                   todos hemos escuchado muchas veces fragmentos
           bebida  para  los  descansos  mientras  esperaban  a                de la Buena Noticia en las reuniones. Pero el obis­
           que se secase la tinta.                                             po Lino y los presbíteros de Roma estimaron que
                   -¡Es maravilloso, Victoria!                                 yo tenía muy buena información. El abuelo había
                   Marta estuvo de acuerdo.                                    vivido los sucesos de Jerusalén, había sido secreta­
                   -Lo  haces  muy  bien;  mucho  mejor  que                   rio de Pablo y escuchado a Pedro. Y me lo había
          algunos escribas de la ley que podría nombrar.                       contado todo.  Ellos tenían todo el relato de Mar­
                   -Mis  letras  son  algo  más  delgadas;  mu­                cos, según se había narrado cientos de veces en la
           chos escribas utilizan puntas más gruesas y aprie-                  Iglesia. Trabajamos durante muchos días en secre-
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