Page 116 - De Victoria para Alejandro
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                  -Tío  Simeón,  ¿por  qué haces esto? ¿Por                  centurión, que es hermano en la fe, la envió perso­
          qué me casas con tu hijo?                                          nalmente. Ahora, confía en Dios y serénate.
                  -Tu  padre  te  ha  educado  mal,  sobrina.                         -¿No podía haber hecho algo más, Marta?
          Está escrito. «Una hija es tesoro engañoso para su                 ¿No podría huir ahora?
          padre, le quita el sueño por la preocupación. Vigila                        Marta negó.
          a  tu  hija  doncella,  para  que  no  te  acarree  mala                    -¿Tú sola?  ¿Con la guardia romana bus­
          fama,  comentarios  en  la ciudad,  desprecio de la                cándote?  He hablado con el obispo Simeón. Cree
          gente y burlas de los que se reúnen en la plaza.» Tu               que tu problema es un capricho de niña mimada.
          padre te ha dejado llegar a los dieciséis años sin                 Los cristianos de Jerusalén no te ayudarán. Y con
          esposo.  ¿Qué pensará la gente?  ¿Que tu padre es                  los terroristas zelotes* en las montañas y los hom­
          tan avaro que no te ha dado dote? Eres hija de mi                  bres de tu tío detrás de tus pasos, ¿dónde crees que
          hermana  y  hay  que  evitar  esa  deshonra  para  la              habrías llegado?  A las manos de un mercader de
          familia. Sin duda por eso, mi padre, que vivía con                 esclavos,  sin  duda.  Has  hecho  lo  sensato,  pedir
          vosotros, te dejó heredera. Él mejor que nadie co­                 ayuda  a  tu  padre.  Si  él  no  llega  a  tiempo ... ,  ya
          nocía nuestra ley. Ahora, has heredado en Israel y                 buscaré dónde esconderte para ganar tiempo. Tal
          tu familia tiene derecho sobre ti. Daniel es un buen               vez con los hermanos de Samaria*, que tienen otro
          muchacho, seréis felices, sobrina. No hay más que                  obispo...  Lo  importante  es  que  venga  tu  padre
          hablar.  Irás a  Betania a esperar el día de la boda.              cuanto antes. Tranquila, hija, Dios te ayudará.
          Daniel está a punto de regresar de Jericó.
                  Y  no  hubo más que hablar.  Miriam,  dos
          criadas de la casa y la vieja Prisca fueron con ella                        ¡Tiempo! ¡Tiempo! Necesitaba tiempo. To­
          como séquito de la novia, más tres criados armados                 dos los días Victoria rezaba para que el tiempo se
          de  fuertes  garrotes,  como  protección.  Victoria                 alargase.
          creía  que eran  más guardianes que guardia,  pero                          -Padre  nuestro  que  estás  en  el  cielo,  tú
          no dijo nada.                                                       que  eres  el  Señor  del  tiempo,  haz  que mi padre
                  La  anciana  Marta  acogió  a  Victoria  y  a               tenga posibilidades de impedir esto.
          M iriam con  un  cariño algo dolorido.  Después de                          Miriam revoloteaba por la casa de Marta,
          saludarlas,  en un aparte. informó a Victoria de lo                 asombrada del poco respeto a las leyes de la pureza
          que más le importaba.                                               que había en aquel hogar. La anciana se reía:
                  -Tu carta salió por el correo militar*.  El                         -Como el Señor decía: Lo que entra en el
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