Page 122 - De Victoria para Alejandro
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"                     Doce                     ,.

















                                                                                        Estaban sentados en el patio, en la sombra
                                                                               verde  y  fresca  de  la  parra.  La  pequeña  Miriam
                                                                               contemplaba con los ojos muy abiertos la alta figu­
                                                                               ra y las ropas del padre de Victoria.  El día comen­
                                                                               zaba a caer y los pájaros buscaban su nido; podía
                                                                               palparse  la  paz;  el  senador  Cornelio  saboreó  un
                                                                               trago de su vaso y aprobó.
                                                                                        -Buen vino, Marta.
                                                                                        -Me alegro que sea de tu agrado, senador.
                                                                                        -Tántos  años ... ,  ¡cuántos  recuerdos! ... ,
                                                                               este vino, los pájaros ... Los dos hemos envejecido,
                                                                               Marta.  Pero creo que nos hemos enriquecido en
                                                                               experiencia. ¿Y tu hermana María?
                                                                                        Marta sonrió.
                                                                                        -También tiene canas. Viaja, anunciando
                                                                               la Buena Nueva. ¿Recuerdas?  Era como una her­
                                                                               mana para tu mujer. Sentirá no haberte visto y no
                                                                               haber conocido a Victoria.
                                                                                        Sirvió más vino y ofreció aceitunas en un
                                                                               cuenco.
                                                                                        -Has  venido  muy  pronto,  Cornelio.  Es
                                                                               inútil preguntarte por el viaje. Ha sido bueno.



                                                                      '(•
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