Page 117 - De Victoria para Alejandro
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-Tío Simeón, ¿por qué haces esto? ¿Por centurión, que es hermano en la fe, la envió perso
qué me casas con tu hijo? nalmente. Ahora, confía en Dios y serénate.
-Tu padre te ha educado mal, sobrina. -¿No podía haber hecho algo más, Marta?
Está escrito. «Una hija es tesoro engañoso para su ¿No podría huir ahora?
padre, le quita el sueño por la preocupación. Vigila Marta negó.
a tu hija doncella, para que no te acarree mala -¿Tú sola? ¿Con la guardia romana bus
fama, comentarios en la ciudad, desprecio de la cándote? He hablado con el obispo Simeón. Cree
gente y burlas de los que se reúnen en la plaza.» Tu que tu problema es un capricho de niña mimada.
padre te ha dejado llegar a los dieciséis años sin Los cristianos de Jerusalén no te ayudarán. Y con
esposo. ¿Qué pensará la gente? ¿Que tu padre es los terroristas zelotes* en las montañas y los hom
tan avaro que no te ha dado dote? Eres hija de mi bres de tu tío detrás de tus pasos, ¿dónde crees que
hermana y hay que evitar esa deshonra para la habrías llegado? A las manos de un mercader de
familia. Sin duda por eso, mi padre, que vivía con esclavos, sin duda. Has hecho lo sensato, pedir
vosotros, te dejó heredera. Él mejor que nadie co ayuda a tu padre. Si él no llega a tiempo ... , ya
nocía nuestra ley. Ahora, has heredado en Israel y buscaré dónde esconderte para ganar tiempo. Tal
tu familia tiene derecho sobre ti. Daniel es un buen vez con los hermanos de Samaria*, que tienen otro
muchacho, seréis felices, sobrina. No hay más que obispo... Lo importante es que venga tu padre
hablar. Irás a Betania a esperar el día de la boda. cuanto antes. Tranquila, hija, Dios te ayudará.
Daniel está a punto de regresar de Jericó.
Y no hubo más que hablar. Miriam, dos
criadas de la casa y la vieja Prisca fueron con ella ¡Tiempo! ¡Tiempo! Necesitaba tiempo. To
como séquito de la novia, más tres criados armados dos los días Victoria rezaba para que el tiempo se
de fuertes garrotes, como protección. Victoria alargase.
creía que eran más guardianes que guardia, pero -Padre nuestro que estás en el cielo, tú
no dijo nada. que eres el Señor del tiempo, haz que mi padre
La anciana Marta acogió a Victoria y a tenga posibilidades de impedir esto.
M iriam con un cariño algo dolorido. Después de Miriam revoloteaba por la casa de Marta,
saludarlas, en un aparte. informó a Victoria de lo asombrada del poco respeto a las leyes de la pureza
que más le importaba. que había en aquel hogar. La anciana se reía:
-Tu carta salió por el correo militar*. El -Como el Señor decía: Lo que entra en el