Page 95 - Cuentos de Amor locura y Muerte
P. 95

Y en el  ismo pajonal, sitiado siete días por el bosque,
 ,   n:i                         YAGUAÍ
 el  o Y la llu ia, el superviviente agotó las rafees y gusanos
 �
 �
 pos1 les, perdió poco a poco sus fuerzas, hasta quedar sentado
 �
 munéndo e de frío y hambre, con los ojos fijos en el Paraná.
 �
 � ¡ Sil�x, que pasó por allí al atardecer., recogió al mensú
 ya casi monbundo. Mas su felicidad transformóse en terror al
 darse cuenta, al día siguiente, de que el vapor remontaba el río.   Ahora bien, no podía ser sino allí. Yaguaí olfateó la piedra­
 � ¡Por favor te pido! -lloriqueó ante el capitán-. ¡No  un sólido bloque de mineral de hierro- y dio una cautelosa
 me baJes en Puerto X!  ¡Me van a matar!.  ..  ¡Te Jo pido de   vuelta en tomo. Bajo el sol a mediodía de Misiones, el aire
 veras!.  ..   vibraba sobre el negro peñasco, fenómeno �ste que no sucedía
 El Sílex volvió a Posadas, llevando con él al mensú   al foxterrier. Allí abajo, sin embargo, estaba la lagartija. El
 empapado aún en pesadillas nocturnas.   perro giró nuevamente alrededor, resopló en un intersticio y,
 Pero  a  los  diez  minutos  de bajar a  tierra  estaba  ya   para honor de la raza, rascó un instante el bloque ardiente.
 borracho con nueva contrata, y se encaminaba tambaleando a   Hecho lo cual regresó con paso perezoso, que no impedía un
 comprar extractos.   sistemático olfaleo a ambos lados del sendero.
                 Entró en el comedor, echándose entre el aparador y la
             pared,  fresco  refugio  que él consideraba como suyo, a pesar  de
             tener en su contra la opinión de toda la casa. Pero el sombrío
             rincón,  admirable  cuando  a  la  depresión  de  la  atmósfera
             acompaña  falta  de  aire,  tomábase  imposible en un  día de
             viento norte. Era éste otro flamante conocimiento  del foxterrier,
             en quien luchaba aún la herencia del país templado-Buenos
             Aires, patria de sus abuelos y suya-, donde sucede precisa­
             mente lo contrario. Salió, por lo tanto afuera, y se sentó bajo
             un  naranjo,  en  pleno  viento  de fuego,  pero que facilitaba
            inmensamente la respiración.  Y como los perros transpiran
             muy  poco,  Yaguaí  apreciaba  cuanto  es  debido  al  viento
             evaporizador, sobre la lengua danzante puesta a su paso.
                 El termómetro alcanzaba en ese momento a cuarenta
            ·grados. Pero los foxterriers de buena cuna son singularmente
            falaces en cuanto a promesas de quietud se refiera. Bajo aquel
            mediodía de fuego, sobre la meseta volcánica que la roja arena
            tomaba aún más caliente, había lagartijas.
                 Con la boca ahora cerrada, Yaguaí traspuso el tejido de
            alambre y se halló en pleno campo de caza. Desde septiembre

 92                                  93
   90   91   92   93   94   95   96   97   98   99   100