Page 23 - Cuentos de Amor locura y Muerte
P. 23
-¿Es ahora? -le preguntó el paternal amigo, estre y Nébel, que leía, volvió al fin la cabeza. Una mujer con lento
chándole con fuerza la mano. y difícil paso avanzaba entre los asientos. Tras una rápida
-¡Pst! ¡De todos modos! ... -repuso el muchacho, ojeada a la incómoda persona, Nébel reanudó la lectura. La
mirando a otro lado. dama se sentó a su lado, y al hacerlo miró atentamente a su
El dibujante, con gran calma, le contó entonces su vecino. Nébel, aunque sentía de vez en cuando la mirada
propio drama de amor. extranjera posada sobre él, prosiguió su lectura; pero al fin se
-Vaya a su casa --concluyó-, y si a las once no ha cansó y levantó el rostro, extrañado.
cambiado de idea, vuelva a almorzar conmigo, si es que -Ya me parecía que era usted --exclamó la dama-,
tenemos qué. Después hará lo que quiera. ¿Me lo jura? aunque dudaba, aún ... No me recuerda, ¿no es cierto?
-Se lo juro --contestó Nébel, devolviéndole su estre -Sí -repuso Nébel, abriendo los ojos-. La señora de
cho apretón con grandes ganas de llorar. Arrizabalaga ...
En su casa lo esperaba una tarjeta de Lidia: Ella vio la sorpresa de Nébel, y sonrió con aire de vieja
cortesana que trata aún de parecer bien a un muchacho.
Idolatrado Octavio: Mi desesperación no puede ser más De ella -cuando Nébel la conoció once años atrás
grande, pero mamá ha visto que si me casaba con usted, me sólo quedaban los ojos, aunque más hundidos y ya apagados.
estaban reservados grandes dolores, he comprendido como El cutis amarillo, con tonos verdosos en las sombras, se
ella que lo mejor era separarnos y le jura no olvidarlo nunca, resquebrajaba en polvorientos surcos. Los pómulos saltaban
tu Lidia. ahora y los labios, siempre gruesos, pretendían ocultar una
dentadura del todo cariada. Bajo el cuerpo demacrado se veía
-¡ Ah, tenía que ser así! --clamó el muchacho, viendo viva la morfina corriendo por entre los nervios agotados y las
al mismo tiempo con espanto su rostro demudado en el espejo. arterias acuosas, hasta haber convertido en aquel esqueleto a
¡La madre era quien había inspirado la carta, ella y su maldita la elegante mujer que un día hojeó la ilustration a su lado.
locura! Lidia no había podido menos que escribir, y la pobre -Sí, estoy muy envejecida ... y enferma; he tenido ya
chica, trastornada, lloraba todo su amor en la redacción-.
¡Ah! ¡Si pudiera verla algún día, decirle de qué modo la he ataques a los riñones ... Y usted -añadió, mirándolo con
ternura-, ¡ siempre igual! Verdad es que no tiene treinta años
querido, cuánto la quiero ahora, adorada de mi alma! ...
Temblando fue hasta el velador y cogió el revólver; pero aún ... Lidia también está igual.
recordó su nueva promesa, y.durante un larguísimo tiempo Nébel levantó los ojos:
permaneció allí de pie, limpiando obstinadamente con la uña -¿Soltera?
una mancha del tambor. -Sí ... ¡Cuánto se alegrará cuando le cuente! ¿Por qué
no le da ese gusto a la pobre? ¿No quiere ir a vernos?
-Con mucho gusto ... -murmuró Nébel.
ÜTOÑO
-Sí, vaya pronto; ya sabe lo que hemos sido para
Una tarde, en Buenos Aires, acababa Nébel de subir al tranvía . usted ... En fin, Boedo 1483, departamento 14 ... Nuestra posi
cuando el coche se detuvo un momento más del conveniente, ción es tan mezquina ...
20 21