Page 18 - Cuentos de Amor locura y Muerte
P. 18

le era posible su casamiento. Su habilitación de edad, obtenida        a su padre?  Éste sostenía siempre su r tunda oposición a tal
                                                                                                                �
                                                                                                                           _
         en esos días, le permitía por su legítima materna afrontar los         matrimonio y el hijo ya había emprendido las gestiones para
         gastos.  Quedaba  el  consentimiento  del  padre J  y  la  madre       prescindir de ella.
         apremiaba este detalle.                                                     -Puedes hacer eso y todo lo que te dé la gana. Pero mi
              La situación de ella, sobrado equívoca en Concordia,              consentimiento para que esa entretenida sea tu suegra, ¡jamás!
         exigía una sanción social que debía comenzar, desde luego,                  Después de tres días, Nébel decidió concluir de una vez
         por la del futuro suegro de su hija. Y sobre todo, la sostenía el      con  ese estado de cosas, y aprovechó para ello  11n momento en
         deseo de humillar, de forzar a la moral burguesa a doblar las          que Lidia no estaba.
         rodillas ante la misma inconveniencia que despreció.                        -Hablé con mi padre --<:omenzó Nébel-, y me ha
              Ya había tocado  el punto varias veces con su futuro              dicho que le será completamente imposible asistir.
         yerno, con alusiones a "mi suegro"  ...  , "mi nueva familia"  ... "la      La madre se puso un poco pálida, mientras sus ojos, en
         cuñada de mi hija". Nébel se callaba y los ojos de la madre            un súbito fulgor, se estiraban hacia las sienes.
         brillaban entonces con más sombrío fuego.                                   -¡Ah! ¿Y por qué?
              Hasta que un día la llama se levantó. Nébel había fijado               -No sé -repuso con voz sorda Nébel.
         el  18 de octubre para su casamiento. Faltaba más de un mes                 -Es decir  ... que su señor padre teme mancharse si pone
         aún, pero la madre hizo entender claramente al muchacho que            los pies aquí.
         quería la presencia de su padre esa noche.                                  -¡No sé! -repitió él, obstinado a su vez.
              -Será difícil -dijo Nébel después de un mortificante
                                                                                     -¡Es que es  una ofensa gratuita la que nos hace ese
         silencio-. Le cuesta mucho salir de noche  ... No sale nunca.          señor! ¿Qué se ha figurado?  -Añadió con voz ya alterada y
              -¡Ah! -exclamó sólo la madre, mordiéndose rápida­                 los labios temblantes-. ¿Quién es él para darse ese tono?
         mente el labio. Otra pausa siguió, pero ésta ya de presagio.                Nébel sintió entonces el fustazo de reacción en la cepa
              -Porque  usted  no  hace  un casamiento  clandestino,
         ¿verdad?                                                               profunda de su familia.                   .  .
                                                                                     -¡Qué es, no sé! -repuso con la voz prec1p1tada a su
             -  ¡ Oh!  -se  sonrió  difícilmente  Nébel-.  Mi  padre
         tampoco lo cree.                                                       vez-. Pero no sólo se niega a asistir, sino que tampoco da su
                                                                                consentimiento.
             -¿  Y entonces?
                                                                                     -¿Qué?  ¿Que se niega?¿  Y por qué?  ¿Quién es él?  ¡El
             Nuevo silencio, cada vez más tempestuoso.                          más autorizado para esto!
             -¿Es por mí que su señor padre no quiere asistir?                       Nébel se levantó:
             -¡No, no señora! -exclamó al fin Nébel, impaciente-                     -Usted no  ...  ·
         . Está en su modo de ser  ... Hablaré de nuevo con él, si quiere.           Pero ella se había levantado también.
             -¿  Yo,  querer? -se  sonrió  la  madre,  dilatando  las
                                                                                     -¡Sí, él!  ¡Usted es una criatura! ¡Pregúntele de dónde
        narices-.  Haga  lo  que  le  parezca  ...  ¿Quiere  irse,  Nébel,      ha sacado su fortuna, robada a sus clientes! ¡  Y con esos aires!
        ahora?  No estoy bien.                                                  ¡  Su familia irreprochable, sin mancha, se llena la boca con
             Nébel salió, profundamente  disgustado. ¿Qué iba a decir           eso! ¡  Su familia!  ... ¡  Dígale que le cuente cuántas paredes tenía

                                 16                                                                      17
   13   14   15   16   17   18   19   20   21   22   23