Page 20 - Cuentos de Amor locura y Muerte
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que saltar para ir a dormir con su mujer antes de casarse! ¡Sí,       a la madre de su vida, una vez casados. El recuerdo de su tierna
          y me viene con su familia!. .. ¡Muy bien, váyase; estoy hasta         novia, pura y riente en la cama de que se había des tendido una
                                                                                                                               _
          aquí de hipocresías! ¡Que lo pase bien!                               punta para  él,  encendía  la promesa de una voluptuosidad
               Nébel vivió cuatro días en la más honda desesperación.           íntegra, a la  que  no  había robado prematuramente el más
          ¿Qué podía esperar después de lo sucedido? Al quinto, y al            pequeño diamante.                         .
          anochecer, recibió una esquela:                                            A la noche siguiente,  al llegar a lo de Arnzabalaga,
                                                                                Nébel  halló  el  zagúan  oscuro.  Después  de  largo  rato,  la
               Octavio: Lidia está bastante enferma, y sólo su presen­          sirvienta entreabrió la ventana.
          cia podría calmarla.                                                       -¿Han salido? -preguntó él, extrañado.
                                       María S. de Arrizabalaga                      -No, se van a Montevideo ... Han ido al Salto a dormir
                                                                                a bordo.
               Era una treta, no cabía duda. Pero si su Lidia en verdad ...          -¡Ah! -murmuró Nébel, aterrado. Tenía una esperan-
               Fue esa noche, y la madre lo recibió con una discreción          za aún.
          que asombró a Nébel: sin afabilidad excesiva ni tampoco aire               -¿El doctor? ¿Puedo hablar con él?
          de pecadora que da disculpas.                                              -No está; se ha ido al club después de comer ....
               -Si quiere verla  ...                                                 Una vez solo en la calle oscura, Nébel levantó y dejó caer
               Nébel entró con la madre y vio a su amor adorado en la           los brazos con mortal desaliento: i Se acabó todo! Su felicidad,
          cama, el rostro con esa frescura sin polvos que dan únicamente        su dicha reconquistada un día antes, ¡perdida de nuevo y para
          los catorce años, y las piernas recogidas.                            siempre! Presentía que esta vez no había redención posible.
               Se sentó a su lado, y en balde la madre esperó a que se          Los nervios de la madre habían saltado a la loca, como teclas,
          dijeran algo: no hacían sino mirarse y sonreír.                       y él no podía ya hacer más.         ,  .   .   .
              De pronto, Nébel sintió que estaban solos y la imagen de               Caminó hasta la esquina, y desde alh, mmóv1I baJO el
          la madre surgió nítida: "Se va para que en el transporte de mi        farol, contempló con estúpida fijeza la casa rosada. Dio una
         amor reconquistado pierda la cabeza y el matrimonio sea así            vuelta a la manzana, y tomó a detenerse bajo el farol. ¡ Nunca,
         forzoso". Pero  en ese cuarto de hora de goce final que le             nunca más!
                                                                                     Hasta las once y media hizo lo mismo. Al fin se fue a su
         ofrecían adelantado a costa de un pagaré de casamiento, el             casa y cargó el revólver. Pero un recuerdo lo detuvo: meses
         muchacho de dieciocho años sintió-como aquella vez contra              atrás había prometido a un dibujante alemán  que antes de
         la p'ared- el placer sin la más leve mancha de un amor puro            suicidarse  un  día -Nébel era  adolescente- iría a  verlo.
         en toda su aureola de poético idilio.                                  Uníalo con el viejo militar de Guillermo una viva amistad,
              Sólo Nébel pudo decir cuán grande fue su dicha recupe­            cimentada sobre largas charlas filosóficas.
         rada en pos del naufragio. Él también olvidaba lo que fuera en              A ta mañana siguiente, muy temprano, Nébel llamaba al
         la madre explosión de calumnia, ansia rabiosa de insultar a los        pobre cuarto de aquél. La expresión de su rostro era sobrado
         que no lo merecen. Pero tenía la"hiás fría decisión de apartar         explícita.


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