Page 21 - Cuentos de Amor locura y Muerte
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que saltar para ir a dormir con su mujer antes de casarse! ¡Sí,   a la madre de su vida, una vez casados. El recuerdo de su tierna
 y me viene con su familia!. .. ¡Muy bien, váyase; estoy hasta   novia, pura y riente en la cama de que se había des tendido una
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 aquí de hipocresías! ¡Que lo pase bien!   punta para  él,  encendía  la promesa de una voluptuosidad
 Nébel vivió cuatro días en la más honda desesperación.   íntegra, a la  que  no  había robado prematuramente el más
 ¿Qué podía esperar después de lo sucedido? Al quinto, y al   pequeño diamante.   .
 anochecer, recibió una esquela:   A la noche siguiente,  al llegar a lo de Arnzabalaga,
          Nébel  halló  el  zagúan  oscuro.  Después  de  largo  rato,  la
 Octavio: Lidia está bastante enferma, y sólo su presen­  sirvienta entreabrió la ventana.
 cia podría calmarla.   -¿Han salido? -preguntó él, extrañado.
 María S. de Arrizabalaga   -No, se van a Montevideo ... Han ido al Salto a dormir
          a bordo.
 Era una treta, no cabía duda. Pero si su Lidia en verdad ...   -¡Ah! -murmuró Nébel, aterrado. Tenía una esperan-
 Fue esa noche, y la madre lo recibió con una discreción   za aún.
 que asombró a Nébel: sin afabilidad excesiva ni tampoco aire   -¿El doctor? ¿Puedo hablar con él?
 de pecadora que da disculpas.   -No está; se ha ido al club después de comer ....
 -Si quiere verla  ...  Una vez solo en la calle oscura, Nébel levantó y dejó caer
 Nébel entró con la madre y vio a su amor adorado en la   los brazos con mortal desaliento: i Se acabó todo! Su felicidad,
 cama, el rostro con esa frescura sin polvos que dan únicamente   su dicha reconquistada un día antes, ¡perdida de nuevo y para
 los catorce años, y las piernas recogidas.   siempre! Presentía que esta vez no había redención posible.
 Se sentó a su lado, y en balde la madre esperó a que se   Los nervios de la madre habían saltado a la loca, como teclas,
 dijeran algo: no hacían sino mirarse y sonreír.   y él no podía ya hacer más.   ,  .   .   .
 De pronto, Nébel sintió que estaban solos y la imagen de   Caminó hasta la esquina, y desde alh, mmóv1I baJO el
 la madre surgió nítida: "Se va para que en el transporte de mi   farol, contempló con estúpida fijeza la casa rosada. Dio una
 amor reconquistado pierda la cabeza y el matrimonio sea así   vuelta a la manzana, y tomó a detenerse bajo el farol. ¡ Nunca,
 forzoso". Pero  en ese cuarto de hora de goce final que le   nunca más!
               Hasta las once y media hizo lo mismo. Al fin se fue a su
 ofrecían adelantado a costa de un pagaré de casamiento, el   casa y cargó el revólver. Pero un recuerdo lo detuvo: meses
 muchacho de dieciocho años sintió-como aquella vez contra   atrás había prometido a un dibujante alemán  que antes de
 la p'ared- el placer sin la más leve mancha de un amor puro   suicidarse  un  día -Nébel era  adolescente- iría a  verlo.
 en toda su aureola de poético idilio.   Uníalo con el viejo militar de Guillermo una viva amistad,
 Sólo Nébel pudo decir cuán grande fue su dicha recupe­  cimentada sobre largas charlas filosóficas.
 rada en pos del naufragio. Él también olvidaba lo que fuera en   A ta mañana siguiente, muy temprano, Nébel llamaba al
 la madre explosión de calumnia, ansia rabiosa de insultar a los   pobre cuarto de aquél. La expresión de su rostro era sobrado
 que no lo merecen. Pero tenía la"hiás fría decisión de apartar   explícita.


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