Page 271 - Narraciones extraordinarias
P. 271

Examinamos todas las sillas y junturas de muebles de la
           sacudida como suelen hacerlo algunos de nuestros oficia­
 casa con la ayuda de un microscopio. Cualquier indicio de
           les. Medimos también el espesor de cada encuadernación,
 una alteración reciente, lo hubiéramos detectado. Un sim­
           siempre con la meticulosidad del microscopio. Si cualquie­
 ple grano de polvo, por ejemplo, sería tan visible como
           ra encuadernación hubiera sido alterada para guardar la
 una manzana. Cualquier cambio en alguna juntura lo ha­  carta, lo habríamos notado al acto.
 bríamos notado de inmediato.
               -¿Miraron en el suelo, bajo las alfombras?
 -Supongo que revisaron cada espejo, entre el cristal y
               -Sí.
 el marco, y las camas y las ropas de cama, además de las  -¿En el papel mural?
 cortinas y las alfombras.
 /             -Sí.
 .  -Naturalmente. Y cuando acabamos con los muebles  ,   -¿Registraron los sótanos?
 registramos todo el edificio. Dividimos toda la superficie
               -Sí.
 en partes numeradas, para evitar confusiones. Una vez que  -Entonces -dije-, ustedes se han equivocado y la car-
 r
 terminamos con el tereno, continuamos con las dos casas
           ta no está en la casa del Ministro.
 contiguas, siempre acompañados por el microscopio.
               -Temo que tenga usted razón -dijo el Prefecto-. Pues
 -¡Las dos casas contiguas! Ustedes han trabajo mu­  bien, Dupin, ¿qué me aconseja?
 chísimo.
               -Revisar completamente la casa otra vez.
 -Por cierto, pero la recompensa que se ofrece es pro­  -Eso es absolutamente innecesario -respondió G.-.
 digiosa.
           Estoy seguro que la carta no está en la casa.
 -¿Revisaron, también, los terrenos aledaños a las ca­
 sas?          -Pues no tengo un consejo mejor que darle -agrego
           Dupin-. Supongo que tiene usted una perfecta descripción
 -Esos terrenos están cubiertos con 1adril1os y nos die­
           de la carta.
 ron poco trabajo. Constatamos que las junturas de los la­
               -Claro que sí.
 dri1los, cubiertas de musgo, estaban intactas.
               Luego de extraer una libreta, el Prefecto nos leyó sus
 -Supongo que miraron ustedes en los papeles del Mi­
           apuntes que hacían una perfecta descripción de la c rta,
                                                              �
 nistro D. y en todos los libros de su biblioteca.
           tanto en sus aspectos internos como externos. Al termmar
 -Por supuesto, abrimos cada paquete, cada bulto, y eso
           la lectura, con el ánimo por el suelo, se despidió de noso­
 no fue todo: revisamos cada unos de los libros de la biblio­
           tros y se fue.
 teca hoja por hoja; no nos contentamos con una simple
               Al paso de un mes, nos hizo otra visita. Se encontraba
 268
                                     269
   266   267   268   269   270   271   272   273   274   275   276