Page 275 - Narraciones extraordinarias
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cuales el Prefecto adapta todos sus planes. Pero  se equivo­
          do mi cara a las expresiones de la suya, y luego espero que
 ca pues por un exceso de profundidad o de superficialidad
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 _        me llegue algún pensamiento que coincida justamente con
 en el análisis. Hay muchos escolares que razonarían mejor
          esa cara". La respuesta de este niño contiene toda la sabi­
 que el.  Conozco a  uno de ocho años que se ha  vuelto el
 �        duría  de Rochefoucauld,  La  Bruyére,  Maquiavelo  Y
 ca peón indiscutido del juego de los pares e impares. Es
 ��       Campanella.                                   .  .  - ,
 un  J go muy sencillo en el que se usan bolitas. Uno de los
 � ?  �       -y la  identificación -deduje- de ese  sentimiento  se
 participantes e c nde  n número de bolitas en  su mano y
 �        relaciona íntimamente con el intelecto de su contrincante.
 e otro debe adivmar si ese número es par o impar. Si ad1-
 .   .        -En efecto-replicó Dupin-, y es justamente aquí donde
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 vm a gana, si no, pierde una bolita. El niño del que háblo
 �  �     el Prefecto G. y sus hombres fallan, pues nunca toman en
          cuenta el intelecto de su contrincante. Se guían por su pro­
 ganab t das  las  bolitas  del  colegio.  Tenía para ello un
 procedimiento fundado en la observación de la  astucia 0
                                                     �
 �        pia inteligencia y astucia; si buscan un objet lo hacen en
 falta d esta en  sus  competidores.  Sin  ir más lejos,  si el
          los lugares en donde ellos lo hubieran escondido. Gen ral­
                                                             �
 contrano era un imbécil levantaba la mano y preguntaba
          mente no se equivocan porque su inteligencia e la misma
                                                       �
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 por  el número de bolitas  que en ella había.  El niño  dice
          del pueblo. Pero cuando la  astucia del adversano es d1fe �
 impar Y pierde; pero gana la segunda vez, porque razona:
 � �      rente a la de ellos, este los derroca. Esto mismo sucede s1
 n  a  primera  jugada este tonto puso par en  su mano,  su
 _ _  !   la  astucia es inferior o superior a la de ellos. Los princi­
 limitada  astuc a  sólo le alcanza para poner impares en  Ja
          pios de sus investigaciones son  siempre los mismos, ,Y  i
                                                                �
          les ofrecen una gran recompensa, solo exageran las practi­
 segunda; dlfe impar. Apuesta y gana. Si su competidor es
 un poco más astuto, el procedimiento será diferente: para
          cas, pero no cambian los principios. Sin ir más l jos, en el
                                                        � _
 la segunda vuelta este variará de par a impar, pero pensará
          caso del Ministro, ensayaron una serie de escrutm10s cla­
 que  su propuesta  es  demasiado evidente y,  finalmente
 �  _     sificados, numerados y microscopicos, pero estos no son
 pon rá par; diré par. Apuesta  y gana. Pues bien, ¿en  qué
 _
 consiste el sistema de razonamiento de este colegial?   más  que una exageración de los métodos que el Prefecto
 �        siempre usa. Ha supuesto que todo hombre que busca es­
 -Con iste -respondí- en identificar la inteligencia de
 su contrano.   conder una carta lo hiciere en algún orificio, con la  ayuda
          del taladro o sin ella. Ahora bien, este tipo de escondites
 -Exacto. Cuando le pregunté al muchacho de qué ma­
 _  _     corresponde a ocasiones comunes y típicas de las inteligen­
 nera ganaba todas las bolitas, respondió: "Si quiero saber
          cias comunes, ya que, en todos los casos de ocultación de
 si m1 oponente es inteligente o no, adopto lo más que pue-
          un objeto se presume que se ha de ser hecho de esta manera,
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