Page 266 - Narraciones extraordinarias
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mente, es por eso que ha reclamado mis servicios.
-Para ese chantaje -observé- es necesario que el due
ño conozca el nombre del ladrón. ¿ Quién se atrevería ... ? -Sería imposible, supongo -me dijo Dupin, lanzando
-El ladrón -dijo G.- es el ministro D., que se atreve a una bocanada de humo- elegir un agente más sagaz.
todo, lo mismo si es digno o indigno al hombre. El robo -Usted me halaga -replicó G.-, pero es probable que
fue menos ingenioso que audaz. El documento, una carta hayan pensado eso.
para ser franco, fue recibida por la persona robada mien -Es evidente -dije- que la carta está aún en posesión
tras se encontraba sola en la habitación real. Mientras la de ladrón, pues ahí radica su poder; una vez vendida la
leía, fue visitada por una persona a quien deseaba princi carta, se acaba el poder.
palmente ocultar la carta. En un inte,nta apresurado por -Es cierto -afirmó el Prefecto-, y de acuerdo a esa
esconderla, hubo de dejarla abierta, como estaba, sobre la suposición he obrado. Primero organicé una exhaustiva
mesa. En ese preciso momento, entra también el ministr búsqueda en la casa del Ministro. Puse mucho cuidado en
D., quien percibe la letra, la dirección, observa la confu que él no se enterara, pues me advirtieron que cualquier
sión de la persona a quién iba dirigida y descubre el secre sospecha podría ser peligrosa.
-Pero -dije- usted es especialista en ese tipo de ta-
to. Luego de tratar algunos temas, saca una carta parecida reas; no es la primera vez que la policía de París debe lle-
a la otra, finge leerla y la deja en la mesa, encima de la
primera. Mantiene la conversación de negocios por otr varlas a cabo.
-Así es, y por eso no desespero. Las costumbres del
cuarto de hora más. Al marcharse, toma la carta equivoca
da de la mesa. El dueño lo vio pero no se atrevió a hacer ni Ministro me han proporcionado gran ventaja. Con frecuen
decir nada en presencia de la tercera persona. Finalmente cia se ausenta de su casa por las noches. Tiene pocos sir
el ministro D. se va dejando su propia carta, una carta si� vientes y estos duermen alejados de la habitación de su
amo y, como son napolitanos, siempre están dispuestos a
importancia.
-Pues bien -me dijo Dupin-, he aquí lo usted requería: emborracharse. Como usted sabe, poseo llaves con las cua
el ladrón sabe que el dueño de la carta conoce al ladrón. les puedo abrir todos los departamentos de París. Durante
-Ciertamente -agregó el Prefecto-, el ladrón ha abusa tres meses no ha habido ninguna noche en que no me dedi
do de ese poder durante todos estos meses para fines políti que particularmente a registrar la casa del Ministro. Mi
cos, llegando a límites en extremos peligrosos. El dueño honor está en juego, además, ofrecen una gran recompen
está convencido de la necesidad de recobrar la carta. Como sa. Por esto no he abandonado la búsqueda, por lo menos
comprenderán, un trabajo así no puede hacerse abierta- hasta comprobar que ese hombre es más astuto que yo.
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