Page 237 - Narraciones extraordinarias
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bía llamado la atención de nadie. Y lo que en un comienzo rostro se volvió rojo de rabia:
fue un susun-o que confa con la noticia, terminó en un -¿Quién se atreve a insultamos con esta broma blas
alzado rumor que mostraba desaprobación, sorpresa, es fema? -preguntó con voz ronca a los cortesanos que lo
panto, horror y repugnancia. rodeaban-. ¡Atrápenlo y desenmascárenlo, para que sepa
En una reunión de fantasmas como la que se ha des mos a quién vamos a ahorcar al salir el sol!
crito, era necesario una aparición del todo fantástica para Cuando pronunció estas palabras, el príncipe se en
causar tal conmoción. El desenfreno de aquel carnaval no contraba en el salón azul. Su voz resonó clara y fuerte a
tenía límites, pero la nueva máscara sobrepasaba la extra través de los siete salones, pues él era un hombre temible
vagancia, incluso iba más allá de lo que el liberal criterio y robusto, y la música había cesado ante una señal de su
del príncipe permitía. En el corazón de los más atrevidos mano. Los cortesanos que se encontraban junto a él se di
hay cuerdas que no pueden tocarse sin causar emoción. rigieron hacia el intruso, quien se hallaba casi al alcance
Aún, entre el más depravado, para quien la vida y la muer de sus manos y, que con paso seguro y sereno, caminaba
� e son sólo un juego, hay cosas con las que no se pude hacia el príncipe. Pero fue tanto el terror que la audacia del
Jugar. Los invitados parecían sentir en lo más hondo de su enmascarado produjo en todos los allí reunidos, que no
ser el mal gusto y falta de decoro en el traje y actitud de hubo quien se atreviera a detenerlo; y así, siguió avanzan
aquel desconocido. Su figura alta y flaca estaba envuelta do, siempre con paso solemne, mientras los comensales
con una mortaja. La máscara que ocultaba el rostro era despavoridos retrocedían hasta pegarse a las paredes. De
una fiel reproducción de un cadáver ya rígido, tanto que la sala azul pasó a la púrpura, de allí a la verde, luego a la
era difícil descubrir el truco. Cierto es que aquella concu anaranjada, de esta a la blanca y siguió a la violeta sin que
n-encia hubiese podido soportar, sin aprobar, esta hon-ible nadie hiciera algún movimiento para detenerlo. Entonces,
broma. Pero el enmascarado se había atrevido asumir nada preso de ira y de vergüenza por la momentánea cobardía,
menos que la apariencia de la Muerte Raj_ Sus vestiduras el príncipe Próspero se abalanzó a través de los seis salo
estaban salpicadas de sangre, y su frente y rostro apare nes sin que nadie lo siguiera, porque un mortal terror se
cían manchadas del hon-or escarlata. había apoderado de todos los concurrentes. Puñal en mano
Cuando la mirada del príncipe Próspero cayó sobre se acercó a tres o cuatro pasos de la fantasmal figura, la
esta imagen espectral -la cual ahora se paseaba solemne cual, al Jlegar al extremo de la sala de terciopelo, se volvió
mente entre los bailarines como para dar mayor relieve a bruscamente y enfrentó a su perseguidor. Se oyó un agudo
su papel- se estremeció de ten-or y disgusto, pero luego su grito, mientras el puñal cayó resplandeciente sobre la al-
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