Page 242 - Narraciones extraordinarias
P. 242

Tenemos  una tarea que  cumplir sin demora, lo  más                  idea: ¿  Qué sensaciones tendríamos en una veloz caída des­
          rápido  posible. Ardemos en deseos ansiosos por llevar a                 de semejante altura?
          cabo  esa labor; saboreamos con anticipación el resultado                    Y como esta caída recrea en nuestra mente las imáge-
          y  con  esto  se inflama nuestro  espíritu. Es necesario  co­            nes más espantosas de la muerte y el sufrimiento, la desea­
          menzar hoy la tarea, y sin embrago la dejamos para maña­                 mos con mayor intensidad. Y es porque nuestra razón nos
          na, ¿por qué? No hay más respuesta que la de saber que                   aleja con fuerza de la orilla, que nos acercamos y mante­
          aquello  es perverso. Al día siguiente volvemos a arder en               nemos en ella con mayor pasión. En la naturaleza no  en­

          deseos, mas, al mismo tiempo llega un anónimo anhelo de                  contraremos impaciencia más demoníaca que la del hom­
          retardar otra vez; anhelo  terrible  pues es incomprensible              bre, que  estremecido  frente  al precipicio, piensa saltar a
          para nuestra naturaleza.  Sin  embargo,  este  deseo  cobra              él. Permitirse pensar -aunque sea un minuto- en ello, sig­
          fuerzas a medida que avanza el tiempo, y ya nos encontra­                nifica  la perdición; pues la reflexión nos obliga a no ha­
          mos a  un paso  de  su  realización. Nos estremece  nuestro              cerlo y por esto, no nos es posible hacerlo. Si no hay junto
          violento conflicto interior entre lo positivo y lo indefinido,            a nosotros un brazo amigo que nos detenga, o somos inca­
          entre la sombra y la sustancia.  Pero si la lucha llega a tal             paces de alejarnos, nos arrojamos, nos aniquilarnos en el
          punto,  ha sido  en vano  pues se  ha impuesto  la sombra.                abismo.
          Suena el reloj y anuncia la agonía de nuestra felicidad, y,                   Si examinamos con detención estos y otros actos, ve-
          al mismo tiempo, desvela a la sombra que nos había ate­                   remos que sólo derivan del espíritu de la perversidad. Las
          morizado,  la cual huye  y  somos libres. Retorna nuestra                 realizarnos porque sentirnos que no deberíamos hacerlas.
          energía y estamos listos para trabajar, pero  ¡ay!, es dema­              En ningún caso  existe  una explicación inteligible, Y po­
          siado tarde.                                                              dríamos pensar que esta perversidad nos viene directamente
              Nos encontramos al borde de  un precipicio, sentimos                  del demonio, si no  recordarnos que hay veces en que se
          el vértigo y el malestar del abismo. Un impulso nos-l)eva a               actúa en colaboración con el bien.
          retroceder ante el peligro, sin  embargo, nos quedamos)Poco                   Si he  hablado  tanto  no  es sólo  para responderles su
          a poco nuestro malestar se confunde en una nube de inde­                  pregunta, sino  que  también para explicar porque  me  en­
          finibles sentimientos. Esta nube va tomando forma, horri­                 cuentro aquí, encadenado. De no ser por los detalles que
          ble y espantosa forma. Aunque es sólo un pensamiento, es                  les he relatado, me considerarían un loco. Ahora, en cam­
          � n pensamiento aterrador, que hiela nuestros huesos y les                bio, entenderán que soy  una de las víctimas del demonio
          impregna un delicioso horror. En pocas palabras, es esta                  de la perversidad.

                                    240                                                                       241
   237   238   239   240   241   242   243   244   245   246   247