Page 65 - Historia de una gaviota y del gato que le enseño a volar - 6° - Septiembre
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—Pues por eso mismo —dijo el humano.
—No te entiendo. Lo siento, pero no te entiendo —aceptó Zorbas.
Entonces el humano fue hasta su escritorio, tomó un libro y
rebuscó entre las páginas.
—Escucha, gato: te leeré algo de un poeta llamado Bernardo
Atxaga. Unos versos de un poema titulado «Las gaviotas».
Pero su pequeño corazón
—que es el de los equilibristas—
por nada suspira tanto
como por esa lluvia tonta
que casi siempre trae viento,
que casi siempre trae sol.
—Entiendo. Estaba seguro de que podías ayudarnos —maulló
Zorbas saltando del sillón.
Acordaron reunirse a medianoche frente a la puerta del bazar, y el
gato grande, negro y gordo corrió a informar a sus compañeros.
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