Page 70 - Historia de una gaviota y del gato que le enseño a volar - 6° - Septiembre
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—¡Vuelo! ¡Zorbas! ¡Puedo volar! —graznaba eufórica desde la
vastedad del cielo gris.
El humano acarició el lomo del gato.
—Bueno, gato, lo hemos conseguido —dijo suspirando.
—Sí, al borde del vacío comprendió lo más importante —maulló
Zorbas.
—¿Ah, sí? ¿Y qué es lo que comprendió? —preguntó el humano.
—Que sólo vuela el que se atreve a hacerlo —maulló Zorbas.
—Supongo que ahora te estorba mi compañía. Te espero abajo —
se despidió el humano.
Zorbas permaneció allí contemplándola, hasta que no supo si
fueron las gotas de lluvia o las lágrimas las que empañaron sus ojos
amarillos de gato grande, negro y gordo, de gato bueno, de gato
noble, de gato de puerto.
Laufenburg, Selva Negra, 1996
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