Page 71 - El club de los que sobran
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—Ese no es Jaime Pérez.
             —¿Cómo lo sabe?
             —Porque él era el capitán de nuestro cuartel. Y murió hace años. Casi veinte…
             —¿Estás seguro, papá?
             —Sí.
             —En una de esas te estás confundiendo —insistió Chupete.
             —Imposible.  De  hecho,  el  capitán  murió  en  mis  brazos.  Fue  en  el  incendio  de  la
          Escuela Argentina, en Vicuña Mackenna.
             Nos quedamos callados. Parecía que el tío Rodolfo otra vez viajaba lejos.
             Entonces se me ocurrió preguntar.
             —Tío… ¿cómo se llamaba este hombre?
             —Juan Agustín.
             —¿Juan Agustín cuánto?
             —Juan Agustín…
             Su copa cayó al suelo. Por primera vez en mi vida, supe lo que iba a decir.
             —Juan Agustín Pérez.
             Se me vino una palabra a la cabeza: «papá». Yo lo tenía y no lo disfrutaba. Chupete lo
          tenía y a veces lo padecía.



























































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