Page 46 - Un-mundo-feliz-Huxley
P. 46
Capítulo V
1
Hacia las ocho de la noche la luz empezó a disminuir. Los altavoces de la
torre del Edificio del Club de Stoke Poges anunciaron con voz atenorada, más
aguda de lo normal en el hombre, el cierre de los campos de golf. Lenina y
Henry abandonaron su partida y se dirigieron hacia el Club. De las instalaciones
del Trust de Secreciones Internas y Externas llegaban los mugidos de los
millares de animales que proporcionaban, con sus hormonas y su leche, la
materia prima necesaria para la gran factoría de Farham Royal.
Un incesante zumbido de helicópteros llenaba el aire teñido de luz
crepuscular. Cada dos minutos y medio, un timbre y unos silbidos anunciaban la
marcha de uno de los trenes monorraíles ligeros que llevaban a los jugadores de
golf de casta inferior de vuelta a la metrópoli.
Lenina y Henry subieron a su aparato y despegaron. A doscientos
cincuenta metros de altura, Henry redujo las revoluciones de la hélice y
permanecieron suspendidos durante uno o dos minutos sobre el paisaje que iba
disipándose. El bosque de Burham Beeches se extendía como una gran laguna
de oscuridad hacia la brillante ribera del firmamento occidental. Escarlatas en el
horizonte, los restos de la puesta de sol palidecían, pasando por el color
anaranjado, amarillo más arriba, y finalmente verde pálido, acuoso. Hacia el
Norte, más allá y por encima de los árboles, la fábrica de Secreciones Internas y
Externas resplandecía con un orgulloso brillo eléctrico que procedía de todas las
ventanas de sus veinte plantas. Saliendo de la bóveda de cristal, un tren
iluminado se lanzó al exterior. Siguiendo su rumbo Sudeste a través de la oscura
llanura, sus miradas fueron atraídas por los majestuosos edificios del
Crematorio de Slough. Con vistas a la seguridad de los aviones que circulaban
de noche, sus cuatro altas chimeneas aparecían totalmente iluminadas y
coronadas con señales de peligro pintadas en color rojo. Eran un excelente
mojón.
—¿Por qué las chimeneas tienen esa especie de balcones alrededor? —
preguntó Lenina.
—Recuperación del fósforo —explicó Henry telegráficamente—. En su
camino ascendente por la chimenea, los gases pasan por cuatro tratamientos
distintos. El P2O5 antes se perdía cada vez que había una cremación.
Actualmente se recupera más del noventa y ocho por ciento del mismo. Más de
kilo y medio por cada cadáver de adulto. En total, casi cuatrocientas toneladas
de fósforo anuales, sólo en Inglaterra. —Henry hablaba con orgullo, gozando de
aquel triunfo como si hubiese sido suyo propio—. Es estupendo pensar que
podemos seguir siendo socialmente útiles aun después de muertos. Que
ayudamos al crecimiento de las plantas.
Mientras tanto, Lenina había apartado la mirada y ahora la dirigía
perpendicularmente a la estación del monorraíl.
—Sí, es estupendo —convino—. Pero resulta curioso que los Alfas y Betas
no hagan crecer más las plantas que esos asquerosos Gammas, Deltas y
Epsilones de aquí.