Page 30 - Un-mundo-feliz-Huxley
P. 30

—¡Oh, no, mujer! Sólo durante una o dos semanas, y nada más. Pasaré la
                  noche en el club, jugando al Bridge Musical. Supongo que tú sí saldrás, ¿no?
                        Lenina asintió con la cabeza.
                        —¿Con quién?
                        —Con Henry Foster.
                        —¿Otra  vez?  —El  rostro  afable,  un  tanto  lunar,  de  Fanny  cobró  una
                  expresión  de  asombro  dolido  y  reprobador—.  ¡No  me  digas  que  todavía  sales
                  con Henry Foster!
                        Madres  y  padres,  hermanos  y  hermanas.  Pero  había  también  maridos,
                  mujeres, amantes. Había también monogamia y romanticismo.
                        —Aunque  probablemente  ustedes  ignoren  lo  que  es  todo  esto  —dijo
                  Mustafá Mond.
                        Los estudiantes asintieron.
                        Familia,  monogamia,  romanticismo.  Exclusivismo  en  todo,  en  todo  una
                  concentración del interés, una canalización del impulso y la energía.
                        —Cuando  lo  cierto  es  que  todo  el  mundo  pertenece  a  todo  el  mundo  —
                  concluyó el Interventor, citando el proverbio hipnopédico.
                        Los estudiantes volvieron a asentir, con énfasis, aprobando una afirmación
                  que sesenta y dos mil repeticiones en la oscuridad les habían obligado a aceptar,
                  no sólo como cierta sino como axiomático, evidente, absolutamente indiscutible.
                        —Bueno, al fin y al cabo —protestó Lenina— sólo hace unos cuatro meses
                  que salgo con Henry.
                        —¡Sólo  cuatro  meses!  ¡Me  gusta!  Y  lo  que  es  peor  —prosiguió  Fanny,
                  señalándola con un dedo acusador— es que en todo este tiempo no ha habido en
                  tu vida nadie, excepto Henry, ¿verdad?
                        Lenina  se  sonrojó  violentamente;  pero  sus  ojos  y  el  tono  de  su  voz
                  siguieron desafiando a su amiga.
                        —No,  nadie  más  —contestó,  casi  con  truculencia—.  Y  no  veo  por  qué
                  debería haber habido alguien más.
                        —¡Vaya! ¡La niña no ve por qué! —repitió Fanny, como dirigiéndose a un
                  invisible  oyente  situado  detrás  del  hombro  izquierdo  de  Lenina.  Luego,
                  cambiando bruscamente de tono, añadió—: En serio. La verdad es que creo que
                  deberías  andar  con  cuidado.  Está  muy  mal  eso  de  seguir  así  con  el  mismo
                  hombre.  A  los  cuarenta  o  cuarenta  y  cinco  años,  todavía…  Pero,  ¡a  tu  edad,
                  Lenina! No, no puede ser. Y sabes muy bien que el DIC se opone firmemente a
                  todo lo que sea demasiado intenso o prolongado…
                        —Imaginen un tubo que encierra agua a presión. —Los estudiantes se lo
                  imaginaron—. Practico en el mismo un solo agujero —dijo el Interventor—. ¡Qué
                  hermoso chorro!
                        Lo agujereó veinte veces. Brotaron veinte mezquinas fuentecitas.
                        «Hijo mío. Hijo mío…».
                        «¡Madre!».
                        La locura es contagiosa.
                        «Amor mío, mi único amor, preciosa, preciosa…»
                        Madre, monogamia, romanticismo…  La fuente brota muy alta; el chorro
                  surge con furia, espumante. La necesidad tiene una sola salida. Amor mío, hijo
                  mío. No es extraño que aquellos pobres premodernos estuviesen locos y fuesen
                  desdichados y miserables. Su mundo no les permitía tomar las cosas con calma,
                  no  les  permitía  ser  juiciosos,  virtuosos,  felices.  Con  madres  y  amantes,  con
                  prohibiciones  para  cuya  obediencia  no  habían  sido  condicionados,  con  las
                  tentaciones  y  los  remordimientos  solitarios,  con  todas  las  enfermedades  y  el
   25   26   27   28   29   30   31   32   33   34   35