Page 32 - Un-mundo-feliz-Huxley
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Los impulsos coartados se derraman, y el derrame es sentimiento, el
derrame es pasión, el derrame es incluso locura; ello depende de la fuerza de la
corriente. Y de la altura y la resistencia del dique. La corriente que no es
detenida por ningún obstáculo fluye suavemente, bajando por los canales
predestinados hasta producir un bienestar tranquilo.
El embrión está hambriento; día tras día, la bomba de sucedáneo de la
sangre gira a ochocientas revoluciones por minuto. El niño decantado llora;
inmediatamente aparece una enfermera con un frasco de secreción externa. Los
sentimientos proliferan en el intervalo de tiempo entre el deseo y su
consumación. Abreviad este intervalo, derribad esos viejos diques innecesarios.
—¡Afortunados muchachos! —dijo el Interventor—. No se ahorraron
esfuerzos para hacer que sus vidas fuesen emocionalmente fáciles, para
preservarles, en la medida de lo posible, de toda emoción.
—¡Ford está en su viejo carromato! —murmuró el DIC—. Todo marcha
bien en el mundo.
—¿Lenina Crowne? —dijo Henry Foster, repitiendo la pregunta del
Predestinador Ayudante mientras cerraba la cremallera de sus pantalones—. Es
una muchacha estupenda. Maravillosamente neumática. Me sorprende que no
la hayas tenido.
—La verdad es que no comprendo cómo pudo ser —dijo el Predestinador
Ayudante—. Pero lo haré. En la primera ocasión.
Desde su lugar, en el extremo opuesto de la nave del vestuario, Bernard
Marx oyó lo que decían y palideció.
—Si quieres que te diga la verdad —dijo Lenina—, lo cierto es que empiezo
a aburrirme un poco a fuerza de no tener más que a Henry día tras día. —Se
puso la media de la pierna izquierda—. ¿Conoces a Bernard Marx? —preguntó
en un tono cuya excesiva indiferencia era evidentemente forzada.
Fanny pareció sobresaltada.
—No me digas que…
—¿Por qué no? Bernard es un Alfa-Más. Además, me pidió que fuera a una
de las Reservas para Salvajes con él. Siempre he deseado ver una Reserva para
Salvajes.
—Pero ¿y su mala fama?
—¿Qué me importa su reputación?
—Dicen que no le gusta el Golf de Obstáculos.
—Dicen, dicen… —se burló Lenina.
—Además, se pasa casi todo el tiempo solo, solo.
En la voz de Fanny sonaba una nota de horror.
—Bueno, en todo caso no estará tan solo cuando esté conmigo. No sé por
qué todo el mundo lo trata tan mal. Yo lo encuentro muy agradable.
Sonrió para sí; ¡cuán absurdamente tímido se había mostrado Bernard!
Asustado casi, como si ella fuese un Interventor Mundial y él un mecánico
Gamma-Menos.
—Consideren sus propios gustos —dijo Mustafá Mond—. ¿Ha encontrado
jamás alguno de ustedes un obstáculo insalvable?
La pregunta fue contestada con un silencio negativo.
—¿Alguno de ustedes se ha visto jamás obligado a esperar largo tiempo
entre la conciencia de un deseo y su satisfacción?
—Bueno… —empezó uno de los muchachos; y vaciló.
—Hable —dijo el DIC—. No haga esperar a Su Fordería.