Page 29 - Un-mundo-feliz-Huxley
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del grupo familiar! Como una maniática, la madre se preocupaba
constantemente por los hijos (sus hijos)…, se preocupaba por ellos como una
gata por sus pequeños; pero como una gata que supiera hablar, una gata que
supiera decir: «Nene mío, nene mío una y otra vez. Nene mío, y, ¡oh, en mi
pecho, sus manitas, su hambre, y ese placer mortal e indecible! Hasta que al fin
mi niño se duerme, mi niño se ha dormido con una gota de blanca leche en la
comisura de su boca. Mi hijito duerme…»
—Sí —dijo Mustafá Mond, moviendo la cabeza—, con razón se estremecen
ustedes.
—¿Con quién saldrás esta noche? —preguntó Lenina, volviendo de su
masaje con un resplandor rosado, como una perla iluminada desde dentro.
—Con nadie.
Lenina arqueó las cejas, asombrada.
—Últimamente no me he encontrado muy bien —explicó Fanny—. El
doctor Wells me aconsejó tomar Sucedáneo de Embarazo.
—¡Pero si sólo tienes diecinueve años! El primer Sucedáneo de Embarazo
no es obligatorio hasta los veintiuno.
—Ya lo sé, mujer. Pero hay personas a quienes les conviene empezar antes.
El doctor Wells me dijo que las morenas de pelvis ancha, como yo, deberían
tomar el primer Sucedáneo de Embarazo a los diecisiete. De modo que en
realidad llevo dos años de retraso y no de adelanto.
Abrió la puerta de su armario y señaló la hilera de cajas y ampollas
etiquetadas del primer estante.
«Jarabe de Corpus Luteum». Lenina leyó los nombres en voz alta.
«Ovalina fresca, garantizada; fecha de caducidad: 1 de agosto de 632 d. F.
Extracto de glándulas mamarias: tómese tres veces al día, antes de las comidas,
con un poco de agua. Placentina; inyectar 5 cc. cada tres días (intravenosa)…»
—¡Uy! —estremecióse Lenina—. ¡Con lo poco que me gustan las
intravenosas! ¿Y a ti?
—Tampoco me gustan. Pero cuando son para nuestro bien…
Fanny era una muchacha particularmente juiciosa.
Nuestro Ford —o nuestro Freud, como, por alguna razón inescrutable,
decidió llamarse él mismo cuando hablaba de temas psicológicos—. Nuestro
Freud fue el primero en revelar los terribles peligros de la vida familiar. El
mundo estaba lleno de padres, y, por consiguiente, estaba lleno de miseria; lleno
de madres, y, por consiguiente, de todas las formas de perversión, desde el
sadismo hasta la castidad; lleno de hermanos, hermanas, tíos, tías, y, por ende,
lleno de locura y de suicidios.
—Y sin embargo, entre los salvajes de Samoa, en ciertas islas de la costa de
Nueva Guinea…
El sol tropical relucía como miel caliente sobre los cuerpos desnudos de los
chiquillos que retozaban promiscuamente entre las flores de hibisco. El hogar
estaba en cualquiera de las veinte casas con tejado de hojas de palmera. En las
Trobiands, la concepción era obra de los espíritus ancestrales; nadie había oído
hablar jamás de padre.
—Los extremos se tocan —dijo el Interventor—. Por la sencilla razón de
que fueron creados para tocarse.
—El doctor Wells dice que una cura de tres meses a base de Sucedáneo de
Embarazo mejorará mi salud durante los tres o cuatro años próximos.
—Espero que esté en lo cierto —dijo Lenina—. Pero, Fanny, ¿de veras
quieres decir que durante estos tres meses se supone que no vas a…?