Page 17 - Un-mundo-feliz-Huxley
P. 17

especie de túnel, interrumpido de vez en cuando por unas aberturas de dos o
                  tres metros de anchura.
                        —Condicionamiento con respecto al calor —explicó Mr. Foster.
                        Túneles  calientes  alternaban  con  túneles  fríos.  El  frío  se  aliaba  a  la
                  incomodidad  en  la  forma  de  intensos  rayos  X.  En  el  momento  de  su
                  decantación, los embriones sentían horror por el frío. Estaban predestinados a
                  emigrar  a  los  trópicos,  a  ser  mineros,  tejedores  de  seda  al  acetato  o
                  metalúrgicos. Más adelante, enseñarían a sus mentes a apoyar el criterio de su
                  cuerpo.
                        —Nosotros  los  condicionamos  de  modo  que  tiendan  hacia  el  calor  —
                  concluyo Mr. Foster—. Y nuestros colegas de arriba les enseñarán a amarlo.
                        —Y éste —intervino el director sentenciosamente—, éste es el secreto de la
                  felicidad y la virtud: amar lo que uno tiene que hacer. Todo condicionamiento
                  tiende a esto: a lograr que la gente ame su inevitable destino social.
                        En  un  boquete  entre  dos  túneles,  una  enfermera  introducía  una  jeringa
                  larga y fina en el contenido gelatinoso de un frasco que pasaba. Los estudiantes
                  y sus guías permanecieron observándola unos momentos.
                        —Muy  bien,  Lenina  —dijo  Mr.  Foster  cuando,  al  fin,  la  joven  retiró  la
                  jeringa y se incorporó.
                        La muchacha se volvió, sobresaltada. A pesar del lapsus y de los ojos de
                  púrpura, se advertía que era excepcionalmente hermosa.
                        Su sonrisa, roja también, voló hacia él, en una hilera de coralinos dientes.
                        —Encantadora, encantadora —murmuró el director.
                        Y, dándole una o dos palmaditas, recibió en correspondencia una sonrisa
                  deferente, a él destinada.
                        —¿Qué  les  da?  —preguntó  Mr.  Foster,  procurando  adoptar  un  tono
                  estrictamente profesional.
                        —Lo de siempre: el tifus y la enfermedad del sueño.
                        —Los trabajadores del trópico empiezan a ser inoculados en el metro 150
                  —explicó Mr. Foster a los estudiantes—. Los embriones todavía tienen agallas.
                  Inmunizamos  al  pez  contra  las  enfermedades  del  hombre  futuro.  —Luego,
                  volviéndose a Lenina, añadió—: A las cinco menos diez, en el tejado, esta tarde,
                  como de costumbre.
                        —Encantadora —dijo el director una vez más.
                        Y, con otra palmadita, se alejó en pos de los otros.
                        En  el  estante  número  10,  hileras  de  la  próxima  generación  de  obreros
                  químicos  eran  sometidos  a  un  tratamiento  para  acostumbrarlos  a  tolerar  el
                  plomo,  la  sosa  cáustica,  el  asfalto, la  clorina…  El  primero  de  una hornada  de
                  doscientos cincuenta mecánicos de cohetes aéreos en embrión pasaba en aquel
                  momento por el metro mil cien del estante 3. Un mecanismo especial mantenía
                  sus envases en constante rotación.
                        —Para mejorar su sentido del equilibrio  —explicó Mr. Foster—. Efectuar
                  reparaciones  en  el  exterior  de  un  cohete  en  el  aire  es  una  tarea  complicada.
                  Cuando están de pie, reducimos la circulación hasta casi matarlos, y doblamos el
                  flujo  del  sucedáneo  de  la  sangre  cuando  están  cabeza  abajo.  Así  aprenden  a
                  asociar  esta  posición  con  el  bienestar;  de  hecho,  sólo  son  felices  de  verdad
                  cuando  están  así.  Y  ahora  —prosiguió  Mr.  Foster—,  me  gustaría  enseñarles
                  algún  condicionamiento  interesante  para  intelectuales  Alfa-Más.  Tenemos  un
                  nutrido grupo de ellos en el estante número 5. Es el nivel de la Primera Galería
                  —gritó a dos muchachos que habían empezado a bajar a la planta—. Están por
   12   13   14   15   16   17   18   19   20   21   22